El queso y el vino se han convertido en dos elementos muy importantes para la industria en el estado de Querétaro, pues no solo generan empleos y ganancias económicas, sino también residuos industriales que son aprovechados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A partir de dichos residuos, investigadores del Instituto de Ingeniería, Unidad Juriquilla, obtienen hidrógeno y metano, dos biocombustibles útiles en la producción de electricidad.
El investigador del Instituto, Germán Buitrón Méndez, explicó que para convertir el queso y el vino en biocombustibles se siguen diferente pasos. En el caso del vino, se usa el mosto (zumo de la uva que contiene elementos como la piel y las semilla), el cual se recolecta durante la vendimia (de junio a noviembre) entre Tequisquiapan y Ezequiel Montes, zona en la que se concentran las bodegas y viñedos.
En el caso del queso, el resto del año (de diciembre a mayo), se extrae el suero de la leche, resultante de la industrialización del queso, un componente que se usa en el proyecto para generar biogás.
(Foto: iStock)
Una vez recolectados estos residuos, se llevan al laboratorio del Instituto, donde se procesan con microorganismos (bacterias y arqueas) en varios reactores y una planta piloto.
Todos los residuos siguen un complejo proceso de dos etapas, en la primera se produce hidrógeno y varios ácidos grasos volátiles; el primero se cosecha y los ácidos pasan al reactor que los transforma en metano.
Buitrón destacó que los procesos de los microorganismos en los reactores está automatizado, además de que son controlados por un modelo matemático, mismo que se encarga de alimentar al segundo reactor con lo necesario del primer reactor, lo que facilita y maximiza la producción del metano.
El proceso del hidrógeno se lleva a cabo de manera rápida con un pH ácido, mientras que el del metano se realiza con un pH neutro y es más lento. Lo que hacen Germán Buitrón y su equipo, es automatizar los procesos y aprovechar al máximo la obtención de ambos gases.
Ahora, la propuesta de estos expertos de la UNAM, es usar los biocombustibles gaseosos en las propias productoras de vino y queso para hacerlas autosuficientes sin transportar muy lejos el biogás. De esta manera, los residuos industriales son aprovechados por medio de un proceso limpio, se les da un valor agregado y finalmente se produce electricidad.
Con información de Gaceta UNAM
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