Si no te tocó partir la piñata en alguna posada o cumpleaños, simplemente fallaste como mexicano. Las piñatas son indispensables en cualquier fiesta y gracias a ellas, hemos pasado grandes momentos de diversión.
Ya sea que en tu familia las rellenen con dulces o con frutas, no hay mayor placer que empujar salvajemente a los demás para obtener tu parte del botín luego de romper una piñata. Sin embargo, entre tanto festejo, hemos ido olvidando el significado e historia que esconden estos coloridos objetos.
Como ya se estamos en fechas navideñas, en De10.mx te presentamos un poco más sobre el origen de las piñatas y sus curiosidades.
El origen de las piñatas
Aunque relacionamos las piñatas con las tradiciones mexicanas, lo cierto es que nacieron en China. En este país, durante las celebraciones del Año Nuevo Chino, se creaban figuras de vacas o bueyes, decorados con papeles de colores y rellenos de semillas.
Durante las festividades, estas figuras se rompían y después, sus restos eran incendiados. Finalmente, la gente peleaba por obtener un poco de las cenizas que quedaban, pues se consideraban un amuleto de buena suerte.
Artesanos de Acolman, Estado de México, crean piñatas tradicionales. (Foto: Agustín Martínez/El Universal)
Este ritual fue observado por Marco Polo durante sus viajes a China durante el siglo XIII y quedó plasmado en su libro, Il millione.
Fue el viajero quien se encargó de llevar esta tradición a Italia, donde se les bautizó a estos objetos como pignata (en italiano, la gn tiene un sonido igual al de la ñ). Esta palabra proviene del mismo nombre que se usa para una olla de barro. Los italianos adoptaron la costumbre china y la modificaron para celebrar la Cuaresma.
Rápidamente, su popularidad se extendió al resto de Europa y posteriormente, serían llevadas a América por parte de los conquistadores españoles.
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La historia de las piñatas en México
Durante la Conquista, las piñatas fueron usadas por la Iglesia para la evangelización durante el siglo XVII. Fue sencillo que los indígenas las adoptaran, pues los mayas ya tenían una tradición en la que rompían recipientes de barro llenos de cacao como juego.
Al romper las piñatas se suele cantar:
“No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata. Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino. Dale, dale, dale, no pierdas el tino, mide la distancia que hay en el camino. Ya le diste una ya le diste dos, ya le diste tres ¡y tu tiempo se acabó!”
Algunos mexicanos comenzaron a modificar estas canciones con el ingenio pícaro que nos caracteriza. Esto llevó a que la Iglesia prohibiera las piñatas de 1788 a 1796. Como nadie hizo caso de la norma, el clero se vio forzado a retirar la medida.
El significado de las piñatas de picos
Las piñatas mexicanas son ollas de barro decoradas para simular una estrella, con siete picos. En cada uno de estos picos están representados los pecados capitales: pereza, envidia, gula, ira, lujuria, avaricia y soberbia.
El palo que se usa para romper las piñatas de picos simula la fuerza con la que se vence al mal. De igual forma, la venda con la que se tapan los ojos de la persona que golpea la piñata, es un símbolo de la fe ciega en Dios.
Tradicionalmente las piñatas mexicanas están decoradas con colores brillantes y oropel, que representan las tentaciones del mundo. Los frutos y dulces con los que se rellenan las piñatas son las “recompensas” que se obtienen por vencer el pecado.
Foto: Luis García Soto/El Universal
Todo este simbolismo hizo que las piñatas se adaptaran a la perfección con otra costumbre religiosa: las posadas. De esta manera, con el paso del tiempo, se adoptaron a las piñatas como un indispensable en la época navideña.
Hoy en día, seguimos usando las piñatas como diversión en nuestras fiestas, aunque ya se ha ampliado la cantidad de personajes que pueden adquirir su forma y se rompen en celebraciones no religiosas, como cumpleaños.
Con información de México Desconocido y Muy Interesante