Se llama Lulú y es uno de los testimonios de amor y lealtad que se han escapado de la triste realidad en México.
El colegio de Lulú, el Enrique Rébsamen, ubicado en la Calzada de las Brujas y Canal de Miramontes, es uno de los puntos más afectados del sismo de 7.1 que azotó nuestro país. En este centro se han descubierto hasta ahora 21 niños fallecidos y 5 adultos en las mismas condiciones.
Si la historia hubiera sido otra, si Lulú no hubiera reaccionado rápido, su nombre y el de su hermano estarían en esa lista, pero no.
Cuando comenzó el sismo del 19 de septiembre de 2017, Lulú estaba en clases, su profesora les pidió que se pegaran a la pared, la niña obedeció mientras abrazaba a una de sus compañeras más asustadas.
Su hermano menor estaba en los pisos de abajo, pero la estructura estaba a punto de derrumbarse. Apenas dejó de moverse la tierra, la niña salió del salón y bajó la escalera para ir a buscar a su hermanito.
Colegio Enrique Rébsamen
"Estaba preocupada por mi hermanito porque ¿qué iba a hacer yo sin él? no lo encontraba por ningún lado, hasta que lo vi llorando con otros niños", recordó la niña para el portal Infobae.
Le pidió a su hermano que no llorara, que se calmara. Los maestros los llevaron a un sitio seguro, pero cuando sus papás los buscaron, el enorme desorden que había en el sitio trágico no les permitió encontrarlos, estaban con una vecina.
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Después de la tragedia, Lulú y su mamá regresaron a la zona para ver si podían ayudar a otros compañeros.
Lulú se movió por instinto, sabía que no podía dejar a su hermano, muchos hicieron lo mismo y aunque muchos padres tuvieron que cargar los cadáveres de sus niños, este no fue el caso de los de Lulú. Un pequeño rayo de esperanza.
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