Sobre los gatos hay muchos prejuicios: que son mascotas de solteros, que son de mala suerte, que no son cariñosos. Pero la ciencia demostró en concreto que, lejos de estos mitos, los felinos son los animales de compañía predilectos de los ateos.
Un estudio de la Universidad de Oklahoma, a cargo de los profesores Samuel L. Perry y Ryan P. Burge, indica que entre más religiosas son las personas, menos propensas son a tener mascotas, particularmente gatos.
Por el contrario, el estudio publicado en el Journal for the Scientific Study of Religion mostró que estos animales son la compañía favorita de los ateos. En De10.mx te contamos la curiosa hipótesis detrás de este vínculo.
El vínculo entre religión y mascotas
Para los expertos, la compañía de una mascotay la práctica de una religión pueden llegar a satisfacer necesidades parecidas. Entre ellas, la pertenencia a una comunidad y la creación de lazos.
El análisis se llevó a cabo con 2,348 estadounidenses, a partir de los datos de General Social Survey de 2018. Entre varias preguntas, se midió la opinión de los participantes respecto a la Biblia, su asistencia a la iglesia y su afiliación religiosa.
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Los datos recabados mostraron que quienes asisten a la iglesia o pertenecen a alguna organización religiosa, tienen menos probabilidad de tener mascotas. Lo anterior confirmaría la hipótesis de que la religión y los animales de compañía satisfacen necesidades psicológicas parecidas.
Además, dentro de este estudio, el 74% de los encuestados tenía perros y sólo un 40.3% gatos. Dentro de este último grupo había menos personas religiosas practicantes.
Los gatos están relacionados con personas introvertidas, mientras que los perros son conocidos por su personalidad sociable. Las personas extrovertidas a su vez tienden a asistir a la iglesia o a las organizaciones religiosas, algo que los dueños de los gatos podrían encontrar menos agradable.
Finalmente, este análisis también señalo que ante el descenso en la popularidad de las religiones en Estados Unidos, probablemente se vea un aumento en el número de mascotas en los años siguientes.
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