Para la tradición mexicana, el altar de muertos está lleno de símbolos que tienen su origen en la historia precolombina y se convirtieron en sincretismo con la influencia católica. Nuestros antecesores tenían una vida muy espiritual, de ahí que todas estas festividades guarden un misterio, creencias y ritos.
El altar de Día de Muertos
El altar se prepara en honor de los muertos de una familia que, frecuentemente, eran los ancianos o sabios pero también podían ser en honor a algunos niños o mujeres, familiares lejanos, difuntos cercanos o a personajes ilustres. Lo cierto es que el altar de muertos es la unión de símbolos y creencias y los niveles con los que cuenta representan el mundo material, el inmaterial, los cuatro elementos y el universo. En cada nivel se depositan símbolos específicos, ofrendas florales y alimentos para rendir tributo, y cada uno de los niveles representa un grado de conexión con el universo, los elementos y los dioses. Cabe señalar que la construcción y representación del altar varía según las creencias de las diferentes culturas y los artículos que hubiera en un lugar en específico.
Símbolos mágicos del altar del Día de Muertos
Existen también símbolos mágicos como fragancias que simbolizan la limpieza del alma, siendo el incienso el elemento más frecuente en los altares por ser mas practico, aunque también se le atribuye la propiedad de guiar o atraer a los muertos a su celebración; el elemento viento para cuya representación en los altares los aztecas utilizaban papel amate; el elemento fuego, representado por velas, veladoras y cirios, por su relación con los símbolos religiosos; el elemento agua, que tiene múltiples significados como un vaso lleno para aliviar la sed del espíritu; el elemento tierra, para cuya representación se colocan semillas, frutas, especias y otras atributos de la naturaleza como las flores en especifico de cempasúchil que se utilizan para adornar el altar.
Las calaverítas de azúcar
Las calaveras o calaveritas son dulces de azúcar, chocolate o amaranto, y representan alusiones y burlas a la muerte. Y respecto a la comida, ésta debe ser del agrado del fallecido. Se deben incluir diferentes frutos de temporada como la calabaza, el tejocote y jícama naranja, además de alimentos hechos de maíz para honrar a la tierra y al dios del maíz. El pan de muerto se coloca como ofrenda y cuenta con un par de tiras sobre la corteza que representan un par de huesos y ajonjolí, haciendo alusión a las lágrimas de las almas que no pueden descansar en paz.
Foto: Fernando Camacho/ El Universal
Asimismo, no debemos olvidar los objetos personales como prendas de vestir del fallecido y sus objetos preferidos. Esta tradición se mantiene para mantener una conexión con el alma del difunto. En cuanto a elementos religiosos se refiere, en todo el altar se colocan símbolos tradicionales a la influencia católica. Se coloca una cruz pequeña de sal en el altar que sirve como medio de purificación de los espíritus y una cruz de ceniza que le ayudará al espíritu a salir del purgatorio.
Por otro lado, como guías, se coloca la escultura de un perro de la raza Xoloitzcuintle representando al dios Xólotl. Al inicio de la fiesta, una persona de la familia enciende las velas del altar susurrando los nombres de los difuntos y los familiares comparten la comida que se preparado para la ocasión. Esta tradición significa un feliz reencuentro con los ancestros y amores, con la promesa de alcanzarlos en el más allá, además de no temer a la muerte, ya que forma parte de la vida. Cuando el evento finaliza, se apagan las veladoras y se despide a los espíritus, deseándoles buen viaje al más allá y pidiéndoles su regreso el año siguiente.
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