Una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad de Duke en Estados Unidos, explica porqué es tan complicado dejar detrás un hábito o iniciar un nuevo plan en el año nuevo. La clave está en que nuestros hábitos, buenos o malos, dejan una marca palpable en los circuitos del cerebro, lo que nos prepara para alimentarlos, en lugar de luchar contra ellos.
Dejar de fumar, hacer ejercicio, perder peso, la lista de cada año puede ser reveladora, pero todas tienen en común algo, romper la rutina. Por ello el reto es mayor, pues básicamente cambiar el funcionamiento del cerebro, que ya está acostumbrado a una cierta forma de actuar.
La investigación empleó a varios ratones sanos que instruyeron para generar un hábito de consumo de azúcar, los más enganchados con el dulce seguían presionando la placa para obtener azúcar aun cuando ya no había golosinas. Al comparar los cerebros de estos ratones con el grupo de control, se dieron cuenta de que con solo mirar las piezas aisladas de sus cerebros en una placa de Petri era posible sabes cuáles animales habían formado una adicción.
Las señales eléctricas revelaron que tanto las de impulsos como las de detenerse eran más activas en los ratones que ya eran adictos al azúcar, en ellos, los impulsos eran más fuertes, la señal de su cerebro era más fuerte.
"Esto puede estar relacionado con el hecho de que una adicción hace que una persona sea más propensa a participar también en otros hábitos poco saludables", aclara Justin O'Hare, coautor del trabajo.
Este estudio fue publicado en la revista Neuron y los científicos esperan poder cambiar los circuitos cerebrales para hacer que una persona pueda acabar con los hábitos no saludables.