Seguramente has escuchado hablar de ellas, se trata de cuatro islas pertenecientes a México, que se ubican en el Océano Pacífico. Están situadas exactamente a la altura de San Blas, en el estado de Nayarit.
La de mayor superficie es la Isla Madre, a la que le siguen las islas María Magdalena, María Cleofas y el islote de San Juanito que, al ser el más pequeño, tiende a ser olvidado. María Madre, además de ser la más grande, es en la que se alberga la Colonia Penal Federal Islas Marías, una prisión que fue instalada allí el 12 de mayo de 1905.
Lo curioso de este centro penitenciario es que, al inicio, fue construido para aislar a los criminales más peligrosos de México, así como a los que atentaban contra el Gobierno, sin embargo, en 1939, se convirtió en un lugar en el que los presos pueden convivir con sus familias.
Así fue como se transformó en una cárcel sin rejas, donde no hay “reclusos” sino “colonos”.
Una historia confusa
De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) no hay un concenso acerca del descubrimiento de las Islas Marías. Hay información que señala que fueron vistas por Diego García Colio y Juan de Villagómez a finales de 1526 o inicios de 1527.
Hay otra versión que señala que el 27 de julio de 1532, Diego Hurtado de Mendoza, enviado de Hernán Cortés, descubrió en el Océano Pacífico un pequeño archipiélago formado por tres islas y un islote: las “Magdalenas”, que luego fueron rebautizadas como María Cleofas, María Magdalena, María Madre y San Juanito.
En su libro María Madre, Juan de Dios Bojórquez señala que en aquellas fechas, Francisco Cortés de San Buenaventura, gobernador de Colima, había enviado una expedición de conquista rumbo al Norte y que a su regreso, fue cuando ambos descubrieron en el mar estas islas. Sin embargo Cortés se limitó a consignar el descubrimiento sin ordenar una exploración.
En otro documento fechado el 18 de febrero de 1531, recopilado por Francisco del Paso y Troncoso, se narra que fue Nuño Guzmán quien ordenó preparar dos barcos para ir a explorar las islas recién descubiertas por Gonzálo López, pero sus órdenes no pudieron ser ejecutadas, ya que la Audiencia había ordenado que las dos naves se entregaran a Hernán Cortés. Pero lo cierto es que no hay datos que ayuden a completar la historia de su descubrimiento a mediados del siglo XVI hasta inicios del siglo XIX.
Es por eso que saltamos en la historia hasta 1857, cuando Vicente Álvarez de la Rosa las renta al gobernador de la Nación, pero se las quitaron en 1872 por incumplimiento de contrato. En mayo de ese mismo año, le fueron dadas en propiedad a José López Uranga, quien las solicitó como recompensa a sus servicios, pero le fueron confiscadas cuando decidió servir al Imperio. López Uranga se acogió a una Ley de Amnistía y le fueron devueltas en 1878, pero un año después las vendió a Manuel Carpena en 45 mil pesos.
Carpena inició la explotación de las islas, trabajando las salinas y sacando maderas preciosas. A la muerte de Carpena, su viuda Gila Azcona, las vendió en enero de 1905 al gobierno federal en 150 mil pesos. Y para el 12 de mayo, por decreto del presidente Porfirio Díaz, se destinaron al establecimiento de una Colonia Penal.
Porfirio Díaz
Dos años después, ya vivían en la María Madre 190 reclusos y un profesor. Una vez terminada la lucha armada de 1910, el Presidente Álvaro Obregón mandó encarcelar allí a delincuentes comunes y políticos opuestos a su régimen.
En 1939, el presidente Lázaro Cárdenas firmó el decreto por el que el penal quedaba bajo responsabilidad de la Secretaría de Gobernación. Durante las décadas de los 40 y 50, llegaron a Las Marías las primeras familias de los presos a vivir con los sentenciados, aunque fue precisamente en esa época cuando surgieron varias historias de malos tratos y torturas hacia los reclusos.
En esa época, iban a las Islas aquellos presos considerados como “los más peligrosos”, aunque realmente había varias personas con trastornos tales, que debieron estar en hospitales psiquiátricos, no en prisión.
Para 1970, el presidente Luis Echeverría viajó al penal donde recibió cientos de quejas sobre maltrato, explotación y mala alimentación, por lo que a partir de entonces se ha pretendido cambiar el perfil penal, para convertirlo en un buen modelo de readaptación.
La María Madre
Además de ser una prisión muy particular, es la única que cuenta con asentamiento humano, hospitales, escuelas, bibliotecas, almacenes, un puerto y un aeropuerto de mediano alcance. Su población se organiza en campamentos y la localidad más grande es Puerto Balleto.
Actualmente, aquellos que ingresan a las Islas Marías deben cumplir con ciertos requisitos: ser de baja peligrosidad, tener una condena mínima de dos años, no pertenecer a grupos delictivos organizados, tener entre 20 y 50 años, estar sanos física y mentalmente, y ser personas de bajos ingresos.
El penal es vigilado por 80 elementos de la Marina y 49 custodios, pero la verdadera seguridad de la isla son los tiburones y el mar. Los presos trabajan los 7 días de la semana, algunos sin paga y otros reciben un sueldo simbólico. Su vida se compone de la agricultura, carpintería, ganadería, porcicultura, acuacultura, apicultura, actividades manuales y la pesca.
Con información de México Desconocido y Vix