Hay un pueblo en Japón, llamado Kamikatsu, en el que no hay servicio de recolección de basura, o sea, que no pasa el camión a recoger los desechos de las personas.
Kamikatsu se ubica en las montañas, a unos 530 kilómetros al suroeste de Tokio, y cuenta con 1,500 habitantes, quienes tienen que trasladarse al vertedero para clasificar su basura en 45 categorías diferentes, porque ahí se recicla casi todo.
Se trata de un centro de clasificación que es, prácticamente, un laberinto de contenedores y cajas, en el que se acopian y reciclan desde almohadas hasta cepillos de dientes, botellas y objetos metálicos. El objetivo de los pobladores es que para 2020, sean capaces de reutilizar absolutamente todo, sin tener que enviar nada a los incineradores.
Por increíble que parezca, se encuentran cerca de su objetivo, pues tienen una tasa de reciclaje del 80% de las 286 toneladas de residuos que producen al año; muy por encima de la media nacional, que es del 20%.
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Anteriormente, Kamikatsu no se distinguía por su preocupación sobre el medio ambiente y hacía lo que la mayoría hace en el mundo: clasificar la basura en unas cuantas categorías e incinerar la mayor parte de los residuos domésticos.
El papel es uno de los desechos que más se reciclan. (Foto: Kazuhiro Nogi/AFP)
En el año 2000 recibieron un ultimátum, pues se ordenó el cierre de uno de sus dos incineradoras municipales que no cumplía con las normas de contaminación. Como ya no podían quemar la basura, decidieron reciclarla. Los habitantes de dicho pueblo japonés están conscientes de que este sistema funciona porque solo son 1,500 personas. ¿Podría aplicarse a nivel masivo?
Con información de El País y Nippon.com
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