La construcción del Palacio de Lecumberi se dio durante el régimen de Porfirio Díaz, como consecuencia de una reforma del Código Penal en 1871, donde se planteaba la edificación de un centro penitenciario grande y poderío económico fueran acorde con la imagen de México que en aquel entonces quería transmitirle al mundo.
Los encargados de elaborar el proyecto fueron los ingenieros Miguel Quintana, Antonio Torija Torija y Antonio M. Manza, quienes adaptaron una idea del arquitecto Lorenzo de la Hidalga, que a su vez retomó un proyecto original del inglés Jeremías Bentham.
La construcción comenzó el 9 de mayo de 1885, en un terreno cuyo propietario español tenía el apellido Lecumberri, y comenzó a operar el 29 de septiembre de 1900.
La distribución de las galerías y el diseño panóptico hacía que los presos se sintieran vigilados todo el tiempo, esto aumentaba la presión psicológica hacia ellos. De acuerdo con el delito que cometían, los reclusos eran colocados en ciertas celdas, en mejores o peores condiciones.
Durante sus primeros años, el Palacio funcionó conforme a lo planeado, sin embargo el orden y control duró muy poco. La sobre población complicó la situación, para 1971 se tenían ahí a por lo menos a 3,800 personas.
Conforme había más reos las condiciones de vida disminuían, las celdas de castigo eran usadas a diario, los reos vivían en condiciones infrahumanas.
El 68
Uno de sus capítulos más oscuros está relacionado con el movimiento estudiantil de 1968, pues muchos de los detenidos la noche del 2 de octubre, fueron encarcelados, torturados y asesinados entre sus paredes.
Durante los años que funcionó, en sus celdas estuvieron personajes como José Agustín, David Alfaro Siqueiros, William Borroughs, Juan Gabriel, Pancho Villa y José Revueltas.
Es nombre de Palacio Negro viene de las atrocidades que se cometían en ese sitio, pero también hay una versión de que viene del color que tenía la fechada durante sus primeros años.
Para los 70, la situación en Lecumerri era insostenible, la fuga de Alberto Sicilia Falcón fue lo que propició que el entonces presidente Luis Echeverría ordenara el desolojo y cierre del penal.
Unos años después, se decidió que en este sitio se estableciera el Archivo General de la Nación, aunque se tuvieron que hacer algunos trabajos de remodelación, dichas labores tardaron cinco años y estuvieron a cargo del arquitecto Jorge L. Medellín.
Hoy poco a poco, el Palacio se ha convertido en el Archivo Histórico de la Nación, se adecuó ahí una sala da banderas y una biblioteca que fue nombrada José O´gorman.
Si quieres visitarlo y saber algunas de sus leyendas, está ubicado en Eduardo Molina #113, colonia Penitenciaria Ampliación, en la delegación Venustiano Carranza. Su horario es de 9 a 17 hrs, de lunes a viernes, y los sábados de 10 a 14 hrs.
A pesar de su nueva imagen, no se pueden olvidar los años de oscuridad que se vivieron entre sus paredes.
Con información de Televisa y El Universal