Por: Psic. Tania Díaz Michel

A veces nos sentamos y sólo pensamos, “algo está mal, no me siento a gusto conmigo mismo”, miramos al espejo y simplemente decimos “¡Caray!, veo al espejo y no veo lo que me gustaría”. Esto pasa en muchas ocasiones a lo largo de la vida; estas crisis son normales en la vida; sin embargo, si no logramos superarlas, corremos el riesgo de desarrollar un problema de autoestima o de carácter.

El autoestima es parte básica de nuestra vida; no obstante, cuando se va a los extremos puede resultar perjudicial en el ámbito social y/o personal. Si tenemos un autoestima demasiado alto, el resto del mundo puede percibirnos como personas arrogantes o con pocas habilidades sociales; por otro lado, cuando la autoestima es demasiado baja, se percibe a la persona con muy poca energía y puede desgastar a quienes se encuentren a su alrededor. Por ello es importante lograr un equilibrio entre estas dos y así poder mantenerlo e integrarlo en nuestro día a día.

Creer en nosotros mismos parece una tarea fácil, algo que es parte de la vida; podemos pensar que todo el mundo desarrolla esta habilidad de autoconfianza pero comúnmente encontramos personas temerosas e inseguras a las que les cuesta demasiado trabajo poder desenvolverse en determinados ambientes ya sea el laboral, familiar o social y que continuamente sufren por no poder llegar a ser lo que quisieran y ello genera frustración y sentimientos de minusvalía.

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Para poder creer en nosotros mismos es necesario conocernos, conocer las habilidades y dificultades que tenemos. Al tener esto en cuenta podemos buscar un medio ambiente propicio para desenvolvernos en él y con ello fortalecer nuestras virtudes y trabajar las cosas con las que no nos sentimos cómodos.

El cómo nos sentimos influye mucho en cómo nos perciben los demás; si sentimos que somos alguien con quien no vale la pena estar, lo más probable es que los demás perciban esto y se alejen, lo que se convierte en una profecía autocumplida; es decir, lo que pensamos de nosotros mismos se hace realidad. De igual forma, si los demás nos ven desenvolvernos abiertamente y sin inhibiciones para socializar nos percibirán como una persona sociable; y esto, a su vez, ayudará a reforzar nuestra autoestima.

Todos, como individuos, tenemos diferentes vivencias, experiencias y formas de pensar. A pesar de las diversas formas de pensar y de ser, existen diferentes tipos de personalidades: los que tienden a ser líderes, los que son graciosos, los inteligentes, los introvertidos, los extrovertidos y así podemos definir ciertos perfiles de personalidad que vemos comúnmente.

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Basados en esto, tenemos que comenzar a pensar en nuestras propias características de personalidad y en qué nos gustaría llegar a ser o con qué nos sentiríamos contentos, lo que nos ayudará a plantearnos metas más realistas que no resulten difíciles de cumplir; por ejemplo, si somos más extrovertidos y buscamos pertenecer a determinado grupo social o a obtener un trabajo que requiera de las relaciones públicas, tenemos que apoyarnos en herramientas con las que ya contamos. En este caso necesitaríamos un perfil orientado a la facilidad de palabra y una personalidad que tienda a simpatizar; de otra manera, nos resultaría complicado alcanzar la meta y con ello nos sentiríamos menos capaces y poco a poco tendríamos menos confianza en nosotros mismos, lo que se traslada a las demás actividades de nuestra vida diaria.

El sentir que tenemos la habilidad y el control de nuestros actos nos llevará a sentirnos mejor con lo que somos; con ello podremos ganar una mayor confianza y destreza social, lo que se traduce en más y mayores éxitos personales. El aceptar nuestros defectos y virtudes nos llevará a poder trabajar en quiénes somos y de lo que somos capaces.

Saber en qué campos nos podemos desarrollar y en cuáles no, nos ayuda a plantear metas más realistas y, a la par de esto, aceptar quiénes somos y hacia dónde queremos dirigirnos para lograr mayor plenitud y felicidad aprovechando nuestras virtudes y superando las propias dificultades. Llegado a integrar esta dualidad, lograremos un mayor control de nosotros mismos y a formar un plan de vida que nos motive a seguir adelante con lo que tenemos y de lo que somos capaces.

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Por: Psic. Tania Díaz Michel

Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).

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