Por: Psic. Miriam Hernández
La muerte es definida como la interrupción de la vida, la ausencia completa y permanente de consciencia de signos físicos vitales como la respiración, el ritmo cardiaco o la temperatura corporal. Es un acontecimiento natural que está ligado de forma indisoluble a la vida produciendo diversos sentimientos acotados por la cultura y el contexto en el que nos desarrollamos, debido a lo incomprensible de su naturaleza.
¿Cómo podríamos prepararnos para un acontecimiento que tenemos asociado con el dolor, la pérdida, el sufrimiento o la pena? Podríamos decir que el temor a lo desconocido y lo finito es natural en el ser humano y, en este sentido, el miedo a la muerte es lo que nos permite darle valor a aquello que poseemos y sentido a lo que hacemos. Si no tuviéramos temor a la muerte, no podríamos cuidarnos a nosotros mismos o a aquellos que queremos; digamos que es un temor básico “saludable” que nos permite preservar y disfrutar la vida.
A ciencia cierta, nadie sabe qué sucede al morir, sin embargo Elisabeth Kübler-Ross fue una psiquiatra y escritora altamente reconocida por sus investigaciones realizadas al pasar cientos de horas junto al lecho de enfermos moribundos, lo cual la colocó como la mayor experta en cuidados paliativos.
A través de su trabajo concluyó que no tenemos nada que temer de la muerte, pues la muerte no es el fin sino más bien un “radiante comienzo”, pues refiere: “la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento; es un nacimiento a otra existencia”.
Aclara que la muerte no es más que el abandono del cuerpo físico, de la misma manera que la mariposa deja su capullo de seda, es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo, y en el que se tiene la posibilidad de continuar creciendo. La única cosa que perdemos en esta transformación es el cuerpo físico, pues ya no lo necesitamos.
Menciona que al morir “siempre hay alguien para ayudarnos cuando nos transformamos, para pasar hacia otra forma de vida”, generalmente son los padres o madres que han partido antes, los abuelos o abuelas o, incluso, familiares que no conocimos al estar en vida.
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Así, la vida cobra sentido cuando podemos verla como un camino, y para Kubler Ross, el bien morir es el lograr desprenderse de todo lo material para darnos paso a la eternidad “Si vives bien, no tendrás que preocuparte de la muerte, vivir bien quiere decir aprender a amar”, despedirse con humildad, sin rencores, arrepentimientos o culpa.
Al vivir encontramos el significado de la existencia y en la muerte el significado de la vida, por lo que estar convencidos de vivir es lo que nos impulsa a trabajar, producir y amar. De esta manera, la forma en que nos dispongamos frente a la muerte, determinará nuestro proceso de muerte.
Kubler Ross al realizar diversos estudios con enfermos terminales, dio a conocer la existencia de cinco fases de la muerte y la agonía:
Negación: Primera reacción al saber que se tiene una enfermedad o que la muerte puede estar próxima. En esta etapa al no aceptar la realidad, la persona tiende a buscar otras opciones o evidencias que comprueben que es un error.
Ira o enojo: Al aceptar la realidad, la persona reacciona con frustración, siente que es injusto el destino que le ha tocado enfrentar y no hay razones ni alternativas que le hagan sentir mejor; busca culpables y descarga en ellos su ira (Dios, los médicos, familia, etc.)
Pacto o negociación: Disminuye el enojo y se acepta la condición, se busca negociar con el tiempo, intercambiar mejorar sus hábitos, enmendar sus errores, reconciliarse con las personas heridas con tal de obtener más tiempo de vida.
Depresión: Esta etapa inicia al aceptar que todas las emociones anteriores no han logrado generar un cambio en su realidad, pueden buscar estar a solas, dormir mucho, renunciar a la vida en paz y los estados emocionales de tristeza son encontrados en familiares.
Estas etapas no se dan en forma rigurosa, en secuencia invariable, y es posible que no se llegue a la fase de depresión. Lo que sucede en estos casos es que la persona muere enojada o negando su realidad, dejando asuntos pendientes. Pero si a lo largo de estas fases están acompañados por un ser que les ama, pueden llegar al estado de aceptación.
Psic. Miriam Hernández
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM). www.spm.org.mx