El empleo de un lenguaje incluyente escrito y hablado, así como en las entonaciones e imágenes con las que se acompañan las diferentes comunicaciones, puede contribuir en la eliminación de estereotipos de géneros y otras conductas que a lo largo de la historia han llevado a la discriminación y desigualdad social.
La construcción e integración de términos inclusivos de manera natural en los familia, social y laboral, es posible, incluso sin entrar en conflicto con las reglas gramaticales, por lo que a continuación César Casas Ferrer, presidente de la Federación Mexicana de Empresarios LGBT+, comparte con De10.mx y sus lectores 5 puntos importantes que permitirán lograr expresiones en las que la mayoría se siente identificada.
Es común que para referirse a grupos mixtos se emplee el masculino; no obstante, esta manera de expresarse excluye a las personas que no se sienten identificadas con ese género. Para evitar esto, una alternativa es la utilización de sustantivos no sexuados; por ejemplo, es mejor decir ‘la población mexicana’ que ‘los mexicanos’.
Dentro de las empresas es común leer o escuchar frases que se pueden considerar sexistas al referirse a los cargos o puestos de trabajo, como si solo personas del género masculino estuvieran presentes. Una forma de corregir esto es a través de la utilización de abstractos que no mencionen al sujeto que realiza la acción; es más incluyente decir ‘es responsabilidad de las jefaturas’ que ‘es responsabilidad de cada jefe’.
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El uso inapropiado del lenguaje ha contribuido a la discriminación e invisibilización de varios grupos de la sociedad, de ahí la importancia de evitar el uso de términos que puedan violentar su integridad. Es momento de acostumbrarse a llamar correctamente a las personas con discapacidad, personas adultas mayores, personas migrantes, personas indígenas, población LGBTTTI, personas que viven con VIH, personas en situación de calle, personas afromexicanas, personas trabajadoras del hogar, entre otras.
“La mujer como la escopeta, cargada y en un rincón”, es un refrán mexicano que muestra cómo se han empleado expresiones para discriminar, estigmatizar, menospreciar y violentar a las mujeres.
Hoy en día, para lograr una sociedad igualitaria es necesario eliminar de nuestra cultura aquellos refranes, chistes, burlas, letras de canciones o cualquier palabra que busque poner a las mujeres en situación de subordinación, incapacidad, así como crear en el imaginario social que son inferiores al hombre.
Otra forma de transmitir mensajes es la comunicación visual, la cual también ha sido excluyente, por lo que, para cambiar esta situación, es importante incorporar en las comunicaciones imágenes con la mayor diversidad de personas que se pueda, hacer visibles a los grupos de población históricamente discriminados y socialmente excluidos, colocar a mujeres y hombres en igualdad de condiciones, evitar presentar el estereotipo de la mujer asociada a la maternidad o la abnegación de ser madre en la crianza de las hijas e hijos, entre otros estereotipos.
“El lenguaje es tan diverso que nos permite tener opciones para dejar a un lado expresiones sexistas y excluyentes, lo cual llevará a tener una convivencia social de respeto y de igualdad, visibilizar a los grupos históricamente excluidos, así como prevenir la discriminación”, declaró Adaliz Chavero, presidenta del Comité de Diversidad e Inclusión en Gilead Sciences.
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