Como todos los mexicanos saben, el puma es el felino que se convirtió en símbolo característico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero pocos conocen cómo se adoptó a este animal como representante de la máxima casa de estudios del país. Sorprendentemente la estafeta con la responsabilidad de ser la mascota universitaria ha pasado por varios ejemplares felinos que son recordados con cariño por la institución.
El origen de la historia entre la UNAM y los pumas es ambiguo. De acuerdo con la información disponible, la adopción de estos animales como símbolos data de entre 1942 y 1946. Fue durante este periodo cuando el entrenador de futbol americano de la universidad, Roberto 'Tapatío' Méndez, decidió bautizar a sus jugadores como “pumas”.
Este símbolo aparece en los uniformes y partidos de los equipos representantivos de la UNAM. (Foto: Wikipedia)
La razón de este sobrenombre es muy simple: el líder del equipo creía que sus jugadores reunían todas las características de un puma como son fuerza, agresividad, valentía, rapidez e inteligencia. El mote se popularizó rápidamente y pronto resultó evidente que había que materializar este importante símbolo.
Por ello, en 1947 fue presentado la cachorra Casti, la cual tiene el honor de ser la primera puma-mascota de la UNAM. Su nombre era un homenaje al entonces capitán del equipo de futbol americano, Guillermo Castilleja. La mascota estaba encargada de acompañar a los equipos representantivos de la universidad en sus encuentros, tarea que no resulta fácil para los animales.
Esta fue la razón por la cual la UNAM decidió enviar a Casti al zoológico de Chapultepec y hacer que el animal viajara a la universidad sólo para los encuentros deportivos importantes. Casti tuvo su última aparición como mascota en 1954 durante un duelo contra el Instituto Politécnico Nacional.
El puesto no duró mucho tiempo vacío, ya que en 1959 el líder estudiantil Luis Rodríguez 'Palillo', creador de la famosa porra de “¡Goya!” trajo un nuevo ejemplar a la universidad. El puma bautizado como Palillo murió en 1965, y se le puede ver disecado en el Salón de la Fama del Futbol Americano de México.
Los ejemplares mascota pasan por un entrenamiento especial antes de ser presentados al público. (Foto: Fundación UNAM)
Fue sucedido por Ulises, el cual ocupó el cargo de mascota hasta 1972. Después, en 1984, llegó a la UNAM Pibe, un puma rescatado de la aduana mexicana. Este vivió en el zoológico de Aragón mientras se construía un espacio idóneo para alojarlo dentro de la universidad. Luego de dos años, el animal se mudó al Centro de Enseñanza Práctica e Investigación en Producción y Salud Animal (CEPIPSA).
Una vez ahí, se le buscó una pareja entre los ejemplares que tenían los Hermanos Gurza, entrenadores de animales silvestres. La puma elegida fue Maya y juntos tuvieron su primera camada en 1988. Los primeros cachorros de la pareja fueron Milú y Vendi, ambos bautizados con nombres mixtecos.
Al año siguiente, estos pequeños fueron intercambiados por una joven felina de 4 años, nombrada Toshka. Pibe y Maya tuvieron una segunda camada y después se retiraron al Zoológico de Aragón. Elmer, integrante de esta segunda ronda de descendencia, fue la mascota universitaria de 1990 a 1998 hasta ser donado a un programa de reproducción en Querétaro.
A finales del 2002, Toshka finalmente se retiró de los eventos deportivos y descansó en el CEPIPSA, hasta su muerte el 21 de abril del 2005. Su relevo estaba listo para asumir la responsabilidad y en 2003, llegó a la universidad la pequeña Miztli, bautizada con la palabra náhuatl para puma.
Miztli ha sido una de las mascotas más duraderas y queridas de la máxima casa de estudios de México. (Foto: El Universal)
Debido a que estos felinos tienen un promedio de vida entre 20 a 25 años, Miztli falleció en 2018, a los 14 años. Su muerte causó enorme tristeza entre los universitarios, quienes se habían encariñado con este ejemplar y estaban orgullosos de ser representados por este magnífico animal.
Pero no hay que preocuparse, ya que desde 2013, el título de mascota estaba compartido entre Miztli e Iyari, una cachorra muy inteligente que esta lista para cumplir con su nuevo rol en solitario. Ahora, la tarea de mantener el espíritu universitario vivo depende de Iyari, cuyo nombre es sinónimo de corazón en lengua wixárika (huichol).
Con información de Fundación UNAM