Cada año, el 8 de marzo, frente a la estación de trenes de Shibuya, se recuerda a Hachiko. Aquí su historia...
Hachiko nació el 10 de noviembre de 1923 en la localidad de Odate, provincia de Akita al norte de Japón. Los perros Akita Inu son conocidos por su lealtad, pero nunca se había visto una historia como ésta.
A los dos meses de edad, Hachiko fue adoptado por el profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio, Dr. Eisaburo Ueno, quien lo llevó a su hogar (situado cerca de la estación Shibuya), y allí demostró ser un bondadoso y amable dueño. El perro por su parte lo adoraba. La idea original era que el can fuera regalado a la hija del docente, pero debido que ella se casó, el animal se quedó al lado de Ueno.
Las mañanas de ambos se convirtieron en un ritual, de acuerdo con la historia, Hachiko acompañaba a su amo a la estación de trenes donde lo observaba comprar su boleto y luego desaparecer entre la multitud. El can acostumbraba sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño hasta que regresaba por las tardes.
El profesor y su perro se volvieron populares en la estación Shibuya y la historia de lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad. Las personas que transitaban por ahí siempre comentaban este hecho y pasaban a saludar a Hachiko, lo que hizo que apareciera en un diario local.
Hachiko. (Foto: Wikipedia)
La vida parecía perfecta hasta que la tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. Pero sin saber nada, el perrito seguía esperando a su dueño como siempre.
A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedió por bastante tiempo. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, los meses en años y aún así, el perro iba cada mañana a la estación, esperaba el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a aquel que amaba.
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Otra teoría sobre Hachiko
Sin embargo, en una exposición dedicada a Hachiko que se llevó a cabo en el Museo Conmemorativo de la Literatura, en el distrito comercial de Shibuya, los organizadores explicaron una versión diferente de la que se conocía hasta ahora, sobre la lealtad del animal.
Según su hipótesis, la causa que impulsó a Hachiko a llegar hasta la estación era para que su dueño lo alimentara con yakitori, un tipo de pincho japonés hecho de pollo.
El deseo de disfrutar de su manjar favorito, y no la fidelidad a su amo, sería la razón principal por la que la mascota se dirigió durante nueve largos años a la estación, afirman los expertos del museo. Sostienen que una vez el dueño del can tuvo un viaje de trabajo bastante largo y cuando regresó, se llevó la gran sorpresa de que su mascota lo estaba esperando, el hombre decidió premiar a su mascota comprándole este manjar. Los expertos subrayan que el perro se conocía el camino de casa a la estación de Shibuya debido a que acompañó a su amo en varias ocasiones. ¿Será?
La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un extraordinario efecto entre los pobladores de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura más amada del área. Los viajantes que se ausentaban por un largo período siempre preguntaban por él a su regreso.
Hachiko murió a los pies de su propia estatua. (Foto: Wikipedia)
La escultura de Hachiko
En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes de Shibuya contrataron a Teru (Shou) Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua de Hachiko. El escultor estuvo encantado de realizar ese trabajo y la estatua de bronce fue colocada enfrente de la estación, donde solía esperar el can.
Casi un año más tarde, el 8 de marzo de 1935, Hachiko falleció al pie de su propia estatua debido a su edad, pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru Ando se hicieran famosas por todo Japón.
Durante la guerra todas las estatuas fueron fundidas para la elaboración de armamento, la de Hachiko no escapó de esa suerte y lamentablemente el escultor fue asesinado. Pero los pobladores de Shibuya continuaban recordando al perro y su mensaje de lealtad. Así fue como decidieron formar una Sociedad para el reemplazo de la estatua, la cual contrató al hijo de Teru Ando, Takeshi Ando, quién también era un excelente escultor, para realizar la nueva figura.
Los restos de Chuken Hachiko (en japonés “el leal perro Hachiko”) descansan junto a los de su amo el Dr. Eusaburo Ueno, en una esquina de la sepultura de su dueño, en el Cementerio de Aoyama, Minmi-Aoyama, Minato-Ku, Tokio.
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