Tras la Revolución Francesa, el emperador del país galo, Napoleón ordenó al prefecto de la policía que creará una oficina sobre la calle Cite para que ahí se hallarán los objetos perdidos de la ciudad, el primero en su tipo.
La oficina se convirtió luego en un museo, que si bien no es uno de los más elegantes del país, mantiene una inmensa bodega debajo de la sala de recepción, en la cual se encuentran anaqueles llenos del suelo al techo, en lo que se denomina como el “Gabinete de curiosidades”, y en el cual podemos encontrar desde cráneos humanos hasta un violín, ropas de todas las épocas y pistolas de la Revolución.
El museo es testigo fiel del paso del tiempo queda fe, como pocos, de la evolución del ser humano, pues ha existido por más de 200 años, y si bien ahora podemos encontrar celulares y reproductores de música, también hay viejos sombreros de copa, así lo señala un reportaje realizado por The New York Times.
La gran parte de los objetos que se encuentran en el recinto fueron recolectados en las inmediaciones del mismo, en los medios de transporte, como el metro, los taxis o el tren o bien, en las salas de espera del aeropuerto y de igual forma, cambian según el clima en el que se halle la ciudad, pues así como hay esquís hay patines y lentes de sol.
De acuerdo con información del portal turismoenparis.es, durante un año es posible que se recolecten más de 170 mil objetos, lo que puede achacarse a la prisa con la que vive el ser humano, según dice uno de los directores del museo Jean-Michel Ingrandt.
Pero, ¿alguien los reclama?
En 1893, el que fue prefecto de policía del lugar, Louis Lepine, creó un sistema mediante el cual no sólo los parisinos pueden reclamar los objetos que perdieron, y no se les entregan así como así, al contrario, se lleva a cabo una investigación para encontrar a sus propietarios y comprobar que en verdad lo sean; sólo 1 de cada 4 objetos es devuelto a quien lo perdió.
La mayoría de los objetos sólo se quedan en el almacén por tres meses, pues no hay donde seguir guardándolos, ya que cada vez la demanda es más grande. Los objetos que se quedan para exhibición son aquellas piezas particularmente valiosos o fuera de la común, que incluso pueden ser subastados.
Tal como lo menciona la página dolcecity.com, en un cuarto cerca del museo principal, cerrado bajo llave, Lean-Luc Faidherbe almacena la mayor colección de cualquier tipo de objeto: más de 3 mil 500 celulares en anaqueles del suelo al techo. Artículos más valiosos como teléfonos o computadoras portátiles son guardados por 18 meses, con el fin de darles mayor tiempo a los propietarios de que los reclamen.
Algunos de los objetos fueron fotografiados artísticamente por Jérôme E. Conquy, quien publicó un libro con algunas de las piezas más extrañas que encontró.
¿Quieres ver que hay en este museo? Da un recorrido por la galería que De10.mx tiene para ti…