Stanislawa Leszczynska fue una mujer polaca que toda su vida se dedicó a viajar por su país para ayudar a las futuras madres a dar a luz; pero jamás se imaginó que, con el inicio de la guerra, su vida cambiaría.

Fue en 1943 cuando el ejercito alemán la capturó y la separaron de sus tres hijos, para terminar encerrada en nada menos que el campo de concentración de Auschwitz, el lugar en dónde daría todo por preservar la vida.

Como era de esperarse, en esos campos no existía ningún beneficio para los prisioneros, mucho menos para las mujeres embarazadas ni para sus hijos, los cuales, llegaron al mundo gracias a Stanislawa. No había antisépticos, ni ropa limpia, ni mucho menos las herramientas básicas para poder dar a luz; por lo que esta polaca construyó una pequeña sala de partos junto a la estufa en el barracón de los enfermos.

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Se le recuerda como una mujer fuerte y resistente; era la encargada de cuidar a las embarazadas y casi nunca se le veía descansar o dormir, así lo menciona . Se dedicaba a cuidar a las recién madres para que lograran recuperarse lo más rápido posible, evitando así que fueran exterminadas.

Sus cuidados eran tan buenos, que ninguna mujer ni bebé falleció en el proceso; por lo que los nazis comenzaron a tomar medidas: ordenaron a la partera terminar con la vida de todos los recién nacidos, llevándolos a un barril para ahogarlos. Como era de esperarse, Stanislawa se negó, así que la solución fue recurrir a una prisionera recluida por infanticidio que si pudiera seguir las instrucciones. Cientos de niños fueron ahogados. A pesar de eso, la partera seguía teniendo tal éxito que el régimen no tuvo otra opción que mandar a todos los recién nacidos con características arias a orfanatos para su posterior adopción, en 1943.

Dicen que todos comenzaron a llamarla “Madre” con mayúscula; y es que a ella no le importaba poner en riesgo su vida al negarse a las peticiones de los nazis, e incluso, comenzó a marcar a los bebés que mandarían a orfanatos con un pequeño y casi imperceptible tatuaje en el antebrazo, con la esperanza de que al finalizar la guerra, estos niños pudieran reunirse con sus madres biológicas; además, ideó un sistema para que fueran las mujeres sanas quienes amamantaran a los hijos de las madres enfermas o desnutridas.

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María Saloman fue una de esas madres sobrevivientes quien, según menciona el portal , dijo: "Durante semanas, ella nunca tuvo la oportunidad de acostarse. A veces se sentaba junto a un paciente en la calefacción, dormía un momento, pero enseguida se levantaba de un salto y corría con una de las mujeres gimiendo.... Cuando la señora Leszczynska se acercó a mí la primera vez, yo supe que todo estaría bien. No sé por qué, pero así era. Mi bebé consiguió sobrevivir los tres últimos meses en el campo, pero parecía condenada a morir de hambre. Yo estaba totalmente desprovista de leche. "Madre" de alguna forma encontró a dos mujeres como nodrizas de mi bebé, una estonia y una rusa. A día de hoy no sé a qué precio. Mi Liz le debe su vida a Stanislawa Leszczynska. No puedo pensar en ella sin lágrimas en los ojos. "

La partera sobrevivió a Auschwitz y, tras la liberación del campo en 1945, se reunió con sus hijos biológicos. La mujer a la que todos conocían como “Madre” fue, en realidad, madre de miles de niños que nacieron en el peor lugar del mundo donde se puede nacer, así lo menciona .

Falleció en 1974 y el proceso para su beatificación comenzó en 2010, con lo que se convirtió en Santa.

“Si en mi patria madurasen tendencias orientadas contra la vida, yo confío en la voz de todas las parteras, de todas las madres y padres honestos, de todos los ciudadanos honestos, en defensa de la vida y de los derechos del niño”

Stanislawa Leszczynska 

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