Adolf Hitler ascendió al poder el 30 de enero de 1933, iniciándose así el llamado Tercer Reich. Unos meses más tarde, el 10 de mayo, los nazis llevaron a cabo una quema de libros masiva.
En las plazas públicas de diferentes universidades, miles de ejemplares de autores de la talla de Karl Marx, Sigmund Freud, Albert Einstein, Ernest Hemingway, Erich Maria Remarque, Vladimir Lenin, León Trotsky y Marcel Proust, fueron reducidos a cenizas, además de que se levantó una prohibición que evitaba su reimpresión.
En esa época, todo escritor, pensador, académico o artista que pronunciara alguna opinión diferente a las del régimen, era considerado un adversario; sus obras eran quemadas y sus descubrimientos ignorados. Solamente tenían dos opciones, huir o ser recluidos en campos de concentración.
Aquel 10 de mayo de 1933, miles de profesores y estudiantes irrumpieron en las universidades, bibliotecas y librerías para realizar una “purga” literaria. Le prendieron fuego a los textos en hogueras públicas con el objetivo de “purificar” no solo la sangre, sino también la cultura alemana. Era claro que los nazis querían controlar todos los ámbitos de la vida, y el conocimiento era un obstáculo importante para lograr su meta.
Cuerpos militares, estudiantes y maestros participaron en la quema de libros. (Foto: Wikipedia)
La mayor parte de los libros fue destruida debido a que exponían ideas contrarias al nazismo, otros, solo porque sus autores eran judíos o por expresar planteamientos de libertad y derechos humanos. Básicamente, lo que el partido nazi quería era frenar la difusión de ideas enemigas.
Tienes que leer: La "Noche de los Cuchillos Largos", la matanza en la que Hitler eliminó a sus enemigos
Esta histórica quema acabó con más de 25 mil volúmenes de libros considerados “no arios”, pero eso no fue todo, ya que los cuerpos militares nazis defendieron este acto con la colocación de retenes y lo “alegraron” con bandas musicales.
Las imágenes de las llamas que reducían a cenizas todos esos libros, le dieron la vuelta a Europa y generaron una gran indignación. Muchos intelectuales alemanes en el exilio consideraron que ese acto degradaba la democracia.
Más de 50 mil civiles se concentraron en la Plaza Central de Berlín, en la que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda e Información Pública de Adolf Hitler, encabezó una ceremonia bajo el lema “¡No a la decadencia social!”.
Más de 25 mil ejemplares fueron destruidos. (Foto: Wikipedia)
Con información de National Geographic, Actualidad y Museo Memoria y Tolerancia
Tienes que ver: