Hace un año y medio, Hélène Gugenheim conoció a Marie, las dos mujeres estaban cambiando de ropa, una cerca de la otra, la primera percibió una cicatriz de mastectomía en la segunda, inmediatamente pensó en “tengo que cubrirla con oro”.
Así nació el proyecto Mes cicatrices, Je suis entièrment tissé (Mis cicatrices, que tengo tejidas para siempre) de la artista parisina que decidió usar videos y fotografías para documentar la aplicación de pan de oro en las cicatrices de varias personas que han sufrido algún tipo de accidente o cirugía.
De acuerdo con The Creators Project, Gugenheim es licenciada por la École du Louvre, donde estudió historia del arte, arte contemporáneo y museología; trabajó para la revista francesa Crafts donde aprendió diversos métodos relacionados a la artesanía, y descubrió el Kintsugi, o kintsukoroi, un método japonés para reparar piezas de porcelana rota, y que literalmente significa “carpintería dorada” o “reparar con oro”. Una mezcla de oro con barniz o resina se vierte sobre las grietas del objeto fragmentado para unir las partes rotas, y así vuelve a ser funcional con sus fisuras quedando resaltadas en dorado, creando un tributo visual tanto a la rotura como a la reparación, donde las imperfecciones se convierten en virtudes.
“Cuando vi la cicatriz de Marie, vi una mezcla de fuerza y fragilidad. Fue alucinante, no vi solo la herida, sino también la sanación. Todo el mundo resulta herido en algún momento, en la piel, en el corazón, y hay que hacer frente a eso.” dijo la artista a la publicación.
Gugenheim desarrolló un protocolo especial para el ritual de aplicación del dorado sobre las cicatrices, como no puede permanecer sobre el cuerpo para siempre, el ritual implica su aplicación y eliminación de la piel. El protocolo empieza cuando un participante entra en el estudio de Gugenheim, se desviste y deja que se le aplique el pan de oro sobre sus cicatrices.
Ya cuando lo aplicó, Hélène le pide al participante que descanse y respire, que se tome un momento para hacer lo que quiera: “dormir, llorar, cantar, no hacer nada, durante el tiempo que quiera”. Cuando está preparado, el participante da una señal para que se le quite el pan de oro, luego se vuelve a vestir y Hélène mete el pan de oro dentro de un vial con el nombre del participante y la fecha escritos sobre él. Más tarde, les dan una copia de los videos y las imágenes que se le tomaron.
El protocolo de la artista está basado en la filosofía zen japonesa y en la estructura de las ceremonias del té en aquel país, donde se pone énfasis en el vacío espacial y la conducta repetitiva, según lo señala Huffington Post.
“Todo el mundo tiene un cuerpo, todo el mundo resulta herido y todo el mundo se cura. La cicatriz es la marca de nuestra humanidad.” finaliza la publicación.
Esta es una muestra de cómo trabaja Gugenheim.