es la novela publicada en 1897 por el irlandés Bram Stoker, la cual ha sido adaptada al cine hasta el cansancio. Lo curioso de esto es que, tras decenas de cintas, la mejor versión es una cinta muda de 1922, y que ni siquiera lleva su nombre. Sí, hablamos de Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens), del director Friedrich Wilhelm Murnau.

Esta es, quizá, la mejor cinta de vampiros que tenemos en la historia del cine. Es trepidante y está narrada con un detalle inigualable. Tampoco hay que dejar de lado las interpretaciones y sus secuencias legendarias.

Antes de desarrollar la idea, Murnau quiso comprar los derechos de la novela de Stoker, pero no pudo hacerlo, por lo que decidió filmar su propia versión, la cual guarda un gran parecido con la historia del escritor irlandés. Lo que hizo el cineasta, fue cambiar los nombres de los protagonistas, el lugar en que se desarrolla todo y algunos detalles más.

Básicamente limpió al personaje de Stoker, le quitó toda la elegancia y refinamiento que tenía para convertirlo en una criatura con la imagen de un roedor gigantesco, sin cabello, repulsivo y casi en los huesos.

La historia se desarrolla en la ciudad de Wisborg, donde el joven Hutter y su mujer, Ellen, viven felices, hasta que el agente inmobiliario envía a Hutter a Transilvania para cerrar un negocio con el conde Orlok. Se trata de una finca cercana a la casa de la pareja.

Cuando el esposo se dirige hacia Transilvania, tiene que pernoctar en una posada, donde ojea un viejo tratado sobre vampiros que encuentra en su habitación. Cuando llega al castillo es recibido por el conde, una figura muy siniestra. Al otro día, Hutter amanece con dos marcas en el cuello y después de algunos contratiempos, descubre que el conde es en realidad un vampiro, así que comienza a temer por la seguridad de su esposa Ellen.

Nosferatu se estrenó en 1922, pero en algunos lugares no fue muy bien recibida. En Suecia, por ejemplo, estuvo censurada hasta 1972, porque las autoridades del país consideraron que contenía una dosis excesiva de horror que podría afectar a los espectadores.

Pero tras las proyección, la viuda de Bram Stoker, Florence, no se quedó con los brazos cruzados y demandó a los creadores de Nosferatu por plagio y por vulnerar los derechos de autor. La mujer ganó el juicio.

Una orden judicial obligó a destruir los negativos y todas las copias de la cinta. Sin embargo, como ésta ya se había distribuido en toda Europa y América, algunas piezas lograron salvarse. Si se hubiera acabado con ellos, Nosferatu habría sido la gran película perdida en la historia del cine.

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