Stanley Kubrick dejó muchos proyectos inconclusos, pero lo que sucede con Napoleón es particularmente curioso. La idea de la cinta vino después del rodaje de 2001: Odisea del espacio en 1968. El director había decidido hacer un retrato sobre la vida del emperador francés, hizo investigaciones históricas, documentó meticulosamente su día a día, creó un guion tentativo e ideó los pasajes donde se llevaría a cabo la filmación, pero el proyecto jamás se realizó. ¿Qué pasó?
Napoleón era el filme más ambicioso del realizador, Kubrick había leído de todo, había hecho una buena biografía; investigó y quería llevarlo a la pantalla grande, pero había un problema, los costos eran elevados, MUY elevados, nadie quería aventurarse a realizar la película, ningún estudio apostaba por armar la cinta, pues si fracasaba los costos serían irreparables.
Hace unos años, la editorial Taschen se dio a la tarea de recoger en forma de libro, los archivos alrededor de la cinta, y el resultado fue publicado en sólo 1000 ejemplares donde se pueden ver los fascículos donde se puede ver el guion original con anotaciones a mano hechas por Stanley, la fotografía de la búsqueda de las locaciones, los estudios de vestuario y conversaciones que tuvo el cineasta con Felix Markham, profesor de Historia de la Universidad de Oxford.
Kubrick dijo en muchas ocasiones que Napoleón no sólo sería el mejor de sus trabajos, sino la mejor cinta de la historia. El emperador era la obsesión más grande Stanley, llamaba a su vida como un poema épico de acción, pensaba que su relación con Josefina era una de las pasiones obsesivas más grandes de los tiempos y creía que el francés era uno de los hombres que movieron la historia y moldearon el destino de sus propios tiempos y de las generaciones por venir.
Uno de los asistentes de Kubrick debió seguir los pasos de Napoleón por el mundo, a donde fue, ahí tenía que haber estado el ayudante del director. Ambos leyeron miles de libros y no había nadie que conociera más de él que el realizador.
Había decidido que filmaría en Francia e Italia y en Yugolsavia, estaba dispuesto a recrear todo un Waterloo y capturar la realidad para la pantalla grande. Quería como protagonistas a David Hemmings y Audrey Hepburn con Alec Guinness y Laurence Olivier como actores secundarios. El trabajo se lanzaría para 1970, pero los estudios no aceptaron el riesgo.
Hasta el día de su muerte, en 1999, la cinta fue ofrecida a Steven Spielberg y Ang Lee, pero nunca se ha concretado, como si estuviera maldita.
A pesar del arduo trabajo que Stanley imprimió, la cinta se ha quedado entre los filmes que podrían haber cambiado la historia del cine, pero no lo hicieron.
Con información de Vice y Revista Código