El ferrocarril, es por excelencia uno de los símbolos del progreso y la modernidad del siglo XIX, en México, marcó el parte aguas de una época que no auguraba más que el camino hacia la civilización. Veracruz, Tlaxcala, Puebla, el Estado de México e Hidalgo fueron algunos de los puntos neurálgicos en donde se desarrolló este importante medio de transporte, mismos puntos que Becerril retrató para la posteridad.

Lorenzo Becerril inició los registros fotográficos hacia 1880. Su interés por registrar el ferrocarril persistió por casi 20 años, pues aún en el cenit de su vida realizó fotografías de ferrocarriles en construcción o ya consolidados, retratos que el día de hoy configuran un importante acervo histórico.

Aspectos como la presencia humana en sus fotografías, la cercanía con sujetos diversos, que muestra la diversidad de las clases sociales mexicanas;  la variedad de las compañías ferroviarias registradas; así como el registro de aspectos poco convenientes del ferrocarril, como la presencia de mujeres en las horas de trabajo de los obreros y los puentes de madera para sostener las vías;   son algunos hitos que diferencian su obra de la de los fotógrafos extranjeros quienes también dedicaron su trabajo al registro de los avances de este importante medio de transporte.

En pocas palabras, la relevancia de la obra de Becerril tiene que ver con la libertad de capturar momentos alrededor del ferrocarril en México, en contraste con otras fotografías que registraban momentos “hechos” específicamente para hacer la captura fotográfica.

Sobre el artista respecta a decir que nació en Tula, Hidalgo, en 1839, e inició su carrera como fotógrafo en Puebla en 1860, en la Sociedad Fotográfica. Tres años más tarde instaló su propio estudio en donde realizaba retratos con el estilo y técnica de la época. En 1880 comenzó a captar vistas de distintas partes del país, con las que conformó el Álbum Mexicano, trabajo en el que no solo da cuenta de la arquitectura civil y religiosa, los ferrocarriles, paisajes y la infraestructura industrial, sino que muestra la estructura social, cultural, económica y política del México del siglo XIX.

En 1889 su colección comprendía cerca de 3 mil imágenes, y fue en el año de 1890 cuando la ciudad de Puebla cautivó su atención y se dedicó a fotografiarla y así dar a conocer “la belleza y características naturales o artificiales que la constituyen”.

Lorenzo Becerril participó activamente en las Exposiciones Universales del Siglo XIX; primero en la que se llevó a cabo en Buenos Aires (1880), luego la celebrada en Paris (1889), y en la Exposición Columbina, efectuada en Chicago (1893); entre otras exposiciones internacionales.

“En su obra, buscó presentar a la nación mexicana como una comunidad homogénea, civilizada y moderna, que marchaba por la senda del progreso […] No existe duda de que Becerril es uno de los pioneros del fotoperiodismo, ya que imágenes suyas sobre sucesos acaecidos en Puebla fueron publicadas en Mundo Semanario Ilustrado, en los años 1895 y 1897”. Dicta el guión museográfico de la exposición “Los ferrocarriles mexicanos desde la cámara de Lorenzo Becerril 1880-1890” que se expone, hasta el 16 de agosto, en el andén 3 del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (11 Norte, 1005. Col. Centro Puebla).

No es exagerado decir que al asistir a la exposición es posible vislumbrar un país en donde estaba por fraguarse la modernidad, los ferrocarriles como escenario principal dejan entrever la realidad del país diverso, así como el ímpetu de quienes creían que a partir de este medio de transporte la realidad se transformaría radicalmente.

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