Los atletas pasan años entrenando para poder ser los mejores en su disciplina. Obtener un pase a los Juegos Olímpicos no es tarea fácil, pues deben ganar varias competencias antes de llegar a la máxima de los deportes. Una vez que lo logran, se enfrentan a los mejores del mundo para poder subirse al podio y llevarse una medalla, de oro, plata o bronce, a casa.
Pero no todo se trata de ganar, pues además de deportistas son seres humanos que respetan y admiran a sus compañeros porque saben lo que cuesta llegar ahí. Por esta razón, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha habido momentos muy emotivos que quedarán grabados en la historia del deporte y de la humanidad, donde los atletas muestran una parte de ellos más allá de ser el primer lugar.
Mutaz Essa Barshim de Qatar y Gianmarco Tamberi de Italia estaban empatados en la final de salto de altura. Los jueces les dijeron que podían seguir intentándolo hasta desempatar, pero ellos decidieron compartir la medalla de oro. Ambos son amigos desde hace 11 años y ahora sus nombres quedarán juntos grabados para siempre.
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La clavadista china Quan Hongchan, de 14 años, sacó la máxima calificación, 10, en dos de sus actuaciones, lo cual le valió la medalla de oro en la plataforma de 10 metros. La pequeña le dedicó su triunfo a su madre enferma, acto que conmovió a más de uno.
“Quiero ganar suficiente dinero para mantenerla. Escucho a mi entrenador con mucha atención y sigo sus instrucciones con mucho cuidado”, confesó Hongchan.
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Hidilyn Diaz hizo historia al ganar la primera medalla de oro en la historia de Filipinas. La mujer ganó en halterofilia en la prueba de 55 kilogramos y no pudo contener las lágrimas al estar arriba del podio. Para premiar su esfuerzo, el gobierno filipino y los empresarios le darán 660 mil dólares y dos casas.
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Sifan Hassan cayó en la segunda vuelta de la carrera de 1500 metros, tras tocar el piso, los comentaristas la daban fuera de la carrera. Sin embargo, juntó todas sus fuerzas y corrió como nadie. Alcanzó al grupo, lo pasó y ganó la competencia, llevándose el oro a casa.
El estadounidense Isaiah Jewett corría con la mirada en la meta para poder pasar a la final de 800m, cuando de la nada sus pies chocaron y sin poder hacer nada, cayó al suelo. Por mala suerte, su compañero que venía atrás, el botswano Nijel Amos, también cayó.
Jewett se levantó del suelo, le tendió la mano a Amos y le pidió una disculpa. Al estar de pie, se abrazaron y terminaron la carrera hombro a hombro, un minuto después de los ganadores.
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El mexicano Rommel Pacheco se despidió de más de 25 años de carrera tras su participación en Tokio 2020. El clavadista llegó a la final de trampolín de 3 metros, donde obtuvo la sexta posición. Al salir del agua, todos los presentes le aplaudieron en homenaje a su trayectoria.
Otra despedida que se vivió en los Juegos fue la de la gimnasta uzbeka Oksana Chusovitina, quien a sus 46 años y después de ocho Olímpicos dejó las competencias. La mujer no pasó a la final, pero eso no fue impedimento para que los presentes le dieran una ovación por su larga trayectoria.
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En Tokio 2020 se añadió el deporte skateboarding park. Durante un momento de la competencia, Misugu Okamoto, de 15 años, trató de hacer una maniobra, pero no alcanzó a detener su patineta y cayó al suelo. Demostrando una buena actitud, sus compañeras y competidoras fueron por ella y la sacaron cargando en sus hombros.
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Ken Terauchi, de 40 años, también hizo su último clavado profesional en la final de trampolín de 3 metros. El japonés terminó en séptima posición, por lo que confesó sentirse un “poco decepcionado” de no ganar la primera medalla olímpica en su disciplina. Aún así, recibió aplausos de los presentes por su destacada carrera.
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La venezolana Yulimar Rojas, de 25 años, se convirtió en la primera mujer de su país en ganar una medalla de oro en salto triple. La mujer alcanzó 15.67 metros, con lo cual rompió récord olímpico, que lo había marcado la camerunesa Francoise Mbango de 15.39m, y récord mundial, que era de 15.50m por parte de la ucraniana Inessa Kravets.
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