En los años 30, el fotógrafo Weegee fue reconocido por revolucionar el fotoperiodismo con sus retratos de escenas de crímenes urbanos, donde grababa las secuelas de asesinatos violentos y horribles accidentes antes de que llegaran a las autoridades.
Pero en realidad, las auténticas innovaciones se realizaron años antes, con los fotógrafos policiales, quienes combinaban las tomas en blanco y negro, con la patología forense, una ciencia que estaba emergiendo.
Hace poco, durante la remodelación del edificio en el que se ubicaba el Departamento de Policía de Nueva York, fueron descubiertas 150 imágenes espeluznantes. Estas fotos fueron reunidas en un libro publicado por Wilfried Kaute, llamado Asesinato en la ciudad, Nueva York, 1910-1920.
Este volumen reúne tomas de asaltos, recortes de prensa, pero sobre todo, están los cuerpos. Los vemos desplomados en sus habitaciones, en posiciones que a simple vista parecen normales si no fuera por la sangre que tienen alrededor, y otros en posturas completamente macabras.
La mayoría de las víctimas fueron fotografiadas dos veces: primero de perfil, entre sus posesiones personales, y luego desde arriba. Hay imágenes de ladrones que en su huida encontraron la muerte, de algunas chicas desaparecidas. Sin embargo, lo que estas fotos nos permiten, es contemplar a la muerte desde la neutralidad de un simple flash.
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Con información e imágenes de Vice