Era el 7 de enero de 1610 y dirigió su telescopio rudimentario hacia Júpiter, al lado de este miró tres puntos; en un principio no les dio importancia, pero al día siguiente quiso mirar de nuevo y descubrió un punto más. No eran estrellas, no podían serlo, pues estaban girando alrededor del planeta. ¿Eran acaso satélites?

Tras una semana de observación, Galileo se dio cuenta de que las cuatro estrellas que había visto nunca abandonaban la vecindad de Júpiter y parecía que se movían con él.

En marzo de 1610, y tras confirmar que las cosas no giran alrededor de la Tierra, el científico publicó sus observaciones en Sidereus Nuncius así, según lo señala

"Debo revelar y hacer público al mundo la ocasión del descubrimiento y observación de cuatro Planetas, nunca vistos desde el principio del mundo hasta nuestros días, sus posiciones, y las observaciones hechas durante los dos últimos meses de sus movimientos y sus cambios de magnitud; y yo convoco a todos los astrónomos que apliquen su examen y determinen sus períodos, que no me ha sido permitido conseguir hasta la fecha . . .

El séptimo día de Enero del presente año, 1610, en la primera hora de la siguiente noche, cuando estaba yo viendo las constelaciones de los cielos a través de un telescopio, el planeta Júpiter se presentó ante mi vista y como quiera que yo me había preparado un instrumento excelente, observé una circunstancia que nunca antes había sido capaz de ver, a saber, tres pequeñas estrellas, pequeñas pero muy brillantes, estaban cerca del planeta; y aunque yo creí que pertenecían al conjunto de estrellas fijas, hicieron sin embargo que reflexionase, porque parecían estar situadas formando una línea recta perfecta, paralela a la eclíptica, y ser más brillantes que el resto de las estrellas, igual que ellas en magnitud . . . Cuando el 8 de Enero, guiado por una cierta fatalidad, volví a mirar a la misma zona de los cielos, encontré un estado de las cosas muy diferente, ya que las tres pequeñas estrellas estaban todas al oeste de Júpiter, y más cercanas entre sí que la noche anterior."

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"Y por tanto yo concluí, y decidí sin dudarlo, que existen tres estrellas en los cielos que se mueven alrededor de Júpiter, como Venus y Mercurio lo hacen alrededor del Sol; lo que fue establecido de largo tan claro como la luz del día por otras numerosas observaciones posteriores. Estas observaciones también establecieron que no sólo existen tres, sino cuatro, cuerpos sidereos erráticos que hacen sus revoluciones alrededor de Júpiter."

De acuerdo con información de , Simon Marius proclamó que había observado ya las lunas de Júpiter en noviembre de 1609, unas cinco semanas antes que Galileo, y que había empezado a registrar sus observaciones en enero de 1610. Sin embargo, como no las publicó inmediatamente como había hecho Galileo, sus aseveraciones eran imposibles de verificar.

Júpiter, el quinto planeta del Sistema Solar, tiene 64 satélites, de los que cuatro tienen casi tamaños de planeta, a las que nos referimos como lunas de Galileo.

Galileo llamó a las cuatro lunas de Júpiter que descubrió en 1610 con su telescopio los planetas Medici y se refirió a ellos con la numeración I, II, III, y IV. Esta denominación se utilizó durante dos siglos, hasta que a mitad del siglo XIX se adoptaron los nombres Ío, Europa, Ganímedes y Calisto como oficiales.

Podría parecer, a simple vista un descubrimiento menor; sin embargo, representa el fin de las teorías de la época que señalaban a la Tierra como el centro del Universo.

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