Hay pocas películas tan conmovedoras como La vida es Bella (1998). La cinta sobre un niño y su padre en un campo de concentración conquistó a los Óscar, pero fue la peculiar reacción del actor Roberto Benigni al recoger la estatuilla a Mejor Película Extranjera la que se quedó grabada en la memoria del público.
La película italiana se centra en Guido (Roberto Benigni), un librero judío que está enamorado de su esposa y vive feliz junto a su pequeño hijo, hasta que llega la ocupación Nazi.
Guido y su hijo son recluidos en un campo de concentración, pero nunca pierden la esperanza. Con gran creatividad, el padre se las ingenia para hacer creer a su hijo que la reclusión es un “concurso” en el que el premio final es un tanque de guerra.
La tierna historia fue un éxito en taquilla y con el tiempo, se convertiría en un clásico del cine. En los Óscar de 1999, La vida es bella también deslumbró, con siete nominaciones en las categorías de: Mejor Película Extranjera, Mejor Actor, Mejor Música, Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion y Mejor Edición.
Roberto era el rey de la noche al estar nominado en las categorías de Mejor Actor y Mejor Director. En De10.mx te contamos cómo este personaje hizo historia en los premios de la Academia.
La primera gran emoción de la noche llegó cuando Sophia Loren subió al podio y anunció la ganadora a Mejor Película Extranjera. Las cintas contendientes eran El abuelo (España), Tango (Argentina), Childen of Heaven (Irán), Estación Central de Brasil (Brasil) y La vida es bella.
Finalmente, la cinta italiana fue declarada ganadora y Benigni literalmente saltó de su asiento. Mientras los asistentes a la gala le daban una merecida ovación, el actor avanzó ¡caminando sobre los asientos del teatro!
Luego de casi pisarle la cabeza a Steven Spielberg, Roberto finalmente llegó al escenario donde dio un sincero discurso. “Gracias Sofia, dejo el Óscar aquí pero quiero llevarte aquí. Quiero ser dinamitado por las olas de tu belleza”, comenzó.
“Quiero agradecer a mis padres en Vergaio, una pequeña población italiana. Me dieron el regalo más grande, su pobreza y quiero agradecerles por la lección de mi vida”, dijo el director.
“Quisiera dedicar este premio a aquellos, que por el tema de la cinta, a aquellos que no están aquí. Dieron sus vidas para que pudieramos decir ¡la vida es bella!”, declaró emocionado.
Luego de recoger su premio entre los aplausos del público, Roberto Benigni pensó que la noche había acabado… pero tendría que subir al podio poco después.
"La Vida es Bella", la obra maestra de Roberto Benigni
Aquella noche inolvidable en los premios de la Academia, La vida es Bella se fue a casa con tres estatuillas. Además del premio a Mejor Música y Mejor Película Extranjera, el reconocimiento a Mejor Actor también fue para la cinta, lo que significaba algo: Roberto Benigni debía dar un segundo discurso.
Esta vez el actor fue un poco más discreto con su emoción y caminó hacia el escenario con una sonrisa en el rostro y abrazando a todo el mundo. Al llegar al escenario ofreció una gran reverencia al público y él mismo reconocío la efusividad de su primer discurso.
“Esto es un error terrible porque ya me acabé todo mi inglés”, bromeó.
“¡Quisiera ser Júpiter! Y secuestrar a todo el mundo y recostarme en el firmamento haciéndole el amor a todo el mundo porque no se cómo expresarlo”, señaló el italiano.
“Gracias a todos ustedes en italia, por el cine italiano, gracias a la Italia que me hizo quien soy”, sostuvo el directo, visiblemente emocionado.
El logro de Benigni no era para menos, pues había logrado superar las actuaciones de los otros nominados: Edward Norton por American History X, Nick Nolte por Aflicción, Ian McKellen por Dioses y monstruos y Tom Hanks por Salvando al Soldado Ryan.