El presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas. Iba a bordo del auto presidencial, un Lincoln descapotable del año 1961, que ahora se encuentra en un museo de Dearborn, Michigan.
Las personas que lo acompañaban en el vehículo en el momento de su muerte, eran su esposa Jackie Kennedy, el gobernador de Texas, John Connally, la esposa de éste, así como dos agentes del servicio secreto. La escena que ha quedado en la memoria histórica, es aquella de Jackie gritando mientras se aferraba al cráneo desecho de su marido.
Esta muerte, aún tiene varios cabos sueltos que aumentan las teorías conspiratorias. Con el fallecimiento de Kennedy nació un mito y una supuesta maldición que hasta el día de hoy podría perseguir a toda su familia.
Una de las hipótesis más sonadas, es aquella que señala que la escena del crimen, esa que todos hemos visto, no es la verdadera, ya que podría haber fragmentos cortados o manipulados en la cinta. Lo que es cierto es que esas imágenes provienen de un ciudadano ruso que hacía pocos días que había estrenado su cámara de video, con la que grabó una de las secuencias más importantes en la historia de Estados Unidos. A las pocas horas del suceso, el hombre consiguió vender el material a las cadenas de televisión por 150 mil dólares.
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Una hipótesis señala que el asesinato del presidente tuvo dos intentos fallidos. El primero sería en Chicago, pero su viaje fue cancelado de último momento por el golpe de estado en Vietnam. El segundo fue en Tampa, pero esta vez no canceló su visita. Cumplió con la agenda del 18 de noviembre de 1963, pero la tensión era evidente y hombres armados escoltaban a su comitiva.
Lee Harvey Oswald no fue detenido por asesinar a Kennedy, sino por matar al policía J.D. Tippitt, casi una hora después del magnicidio. Dos días después, cuando era transferido a la prisión del condado, el operador de un club nocturno, Jack Ruby, lo mató de un disparo.
Lee Harvey Oswald. (Foto: AP)
La ropa que lució aquel trágico día, se encuentra en una cámara acorazada de los Archivos de la Nación. Ese inocente traje manchado de sangre se encuentra protegido de la luz y del aire.
Tan sólo 10 minutos después de que se produjo el disparo que acabó con la vida del mandatario, la CBS transmitió el primer boletín televisivo nacional sobre el crimen. Luego, la CBS, ABC y NBC interrumpieron su programación habitual para cubrir el asesinato durante los cuatro días siguientes. Se trató de la cobertura en medios más extensa hasta antes del ataque a las torres gemelas.
John F. Kennedy y su esposa Jackie, llegando al aeropuerto de Dallas, en noviembre de 1963. (Foto: AP)
El video de un testigo, Abraham Zapruder, dio pie a la teoría del “Hombre del paraguas”. Este sujeto abrió este artefacto pese al día soleado, gesto que fue interpretado como una señal para el francotirador.
Aunque tres presidentes de Estados Unidos ya habían sido asesinados (Abraham Lincoln, James A. Garfield y William McKinley), en aquella época matar o intentar agredirlos no era una ofensa federal. Fue hasta 1965 que se le comenzó a considerar como tal.
El presidente Kennedy saluda desde su auto, en una caravana realizada en Dallas. (Foto: AP)
Este hombre estaba obsesionada con su hermano y su muerte. La situación llegaba a tal punto, que durante meses vistió la ropa de John e incluso llegó a abrir su propia investigación para determinar si la mafia estaba implicada.
Jackie Kennedy recibió más de 800 mil cartas de condolencias de estadounidenses, que llegaron a su residencia en las 7 semanas posteriores al asesinato de su marido.
Jacqueline Kennedy con sus hijos: Caroline y John Jr. (Foto: AP)
En los días y meses posteriores, casi 100 personas relacionadas con el hecho perdieron la vida. Varios accidentes y suicidios sin respuesta de agentes de la CIA que implicaban a la agencia estatal en el magnicidio, o agentes con pruebas del proceso, murieron en condiciones extrañas.
Un informe de la Assassinations Records Review Board, la agencia independiente que recopilaba datos sobre el hecho, indica que en la autopsia de Kennedy hubo dos cerebros: el primero y auténtico, hecho jirones por el impacto de la bala, y otro que fue fotografiado en el hospital de Bethesda (Washington), después de que el cadáver fue trasladado ahí en avión, el cual apenas presenta daño.
Con información de Muy Interesante, Mundo.com e Historiausa.com
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Video: Jackie y John F. Kennedy, un matrimonio por conveniencia