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El misterioso y trágico final de Malcolm X, Martin Luther King y Sam Cooke

Estos activistas de color por los derechos civiles, murieron en circunstancias que dieron rienda suelta a las conspiraciones contra el FBI

Foto: Library of Congress/Lyndon Baines Johnson Library and Museum/AP
21/02/2019 |06:00carolina.mejia |

¿Asesinados o víctimas de su propio poder y popularidad? Durante los años más duros de la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos, el FBI y el gobierno mantuvieron una vigilancia obsesiva sobre las figuras del movimiento por los derechos civiles. Algunos creen que incluso los llevaron a su muerte...

Desde 1877 hasta 1950, el sur de Estados Unidos estaba dominado por las leyes de Jim Crow. Estas normas imponían la segregación racial de todos los servicios y comodidades en los estados del sur estadounidense, dónde la discriminación tenía sus raíces bien arraigadas.

Se les conocía como debido a una rutina cómica y con el tiempo, este término se adoptó como insulto para la comunidad afroamericana. Tal como lo muestra Green Book: Una amistad sin fronteras, cinta nominada al Óscar, las personas de raza negra no podían compartir ni siquiera la mesa con gente blanca.

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El misterioso y trágico final de Malcolm X, Martin Luther King y Sam Cooke

Las leyes de Jim Crow obligaban a los afroamericanos a sentarse en la parte trasera de los autobuses. (Foto: AP)

Como también lo vimos en la cinta, gracias al personaje de Don Shirley (Mahershala Ali), estos prejuicios no dejaban fuera a la comunidad artística. Con el tiempo, figuras como Nina Simone, Sam Cooke y Muhammad Ali comenzaron a luchar codo a codo con activistas como Malcolm X, Rosa Parks y Martin Luther King.

Lamentablemente, esta alianza entre estrellas populares y poderosas figuras políticas no le cayó bien al gobierno estadounidense. De hecho, alrededor de estas figuras se tejen numerosas teorías de conspiración y sospechas que involucran desde el FBI hasta la mafia.

Sam Cooke comenzó su carrera como cantante de góspel, pero fue su mezcla entre música soul y pop, la que conquistó a audiencias negras y blancas por igual, con temas como You Send Me y Sad Mood. Además de colocarse en las listas de éxitos solo por debajo de Elvis Presley, fundó su propia disquera y editorial.

El músico era amigo cercano de Malcolm X y Muhammad Ali, lo que lo puso en la mira del FBI. A la agencia secreta le preocupaba que la popularidad de Cooke fuera usada para impulsar a las masas políticamente.

Su vida llegó al final el 11 de diciembre de 1964, cuando la gerente del Hotel Hacienda en Los Ángeles le disparó. Horas antes, Sam había estado bebiendo en un bar, donde conoció a Elisa Boyer, una prostituta. Ambos llegaron al hotel, donde hubo algún tipo de disputa.

El misterioso y trágico final de Malcolm X, Martin Luther King y Sam Cooke

Foto: Wikicommons

Boyer tomó la ropa del músico, con todo y varios fajos de billetes y huyó. Poco después, Sam Cooke supuestamente tiró abajo la puerta de la gerencia, lo que provocó que la encargada, Bertha Franklin, le disparara. El homicidio fue calificado como “justificable”, ya que fue en defensa propia.

Sin embargo, muchos han señalado que Boyer tuvo varias oportunidades para huir, además de que ella y Franklin tenían antecedentes penales. A pesar de la fama de mujeriego que tenía Cooke, no era conocido por tener carácter violento.

Mientras que muchos señalan a las autoridades por su muerte, ya que creen que no se investigó de manera profunda, otros creen que fue Allan Klein, el manager de Cooke, quien ordenó el golpe. Klein había intentado estafar a Sam Cooke, por lo que el músico planeaba despedirlo. Cooke tenía solo 33 años cuando murió.

Tres semanas antes de la muerte de Martin Luther King el FBI había elaborado un archivo sobre el activista. En él, no sólo se le acusaba de tener vínculos comunistas, también se señalaban indiscreciones acerca de su vida sexual. De acuerdo con este documento, Luther King habría participado en orgías y otras “perversiones”.

Si bien esto no prueba el involucramiento del FBI en la muerte de Martin Luther King, si demuestra que el líder de la comunidad afroamericana era . La agencia del gobierno incluso había ordenado escuchas ilegales contra el pastor y su círculo cercano.

Por eso, muchos ponen en duda que un solo tirador, James Earl Ray, asesinara al activista al dispararle en un motel en Memphis, el 4 de abril de 1968.

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Foto: U.S. National Archives and Records Administration

James Earl Ray, un ladrón de poca monta, fue aprehendido por el crimen. En 1969, confesó el homicidio para evadir la pena capital, pero se arrepintió días después. Durante los siguientes 30 años defendió su inocencia, con el apoyo de la familia de Martin Luther King, quienes creían que había sido un chivo expiatorio.

De acuerdo con James Earl Ray, un misterioso sujeto llamado “Raúl” había organizado todo el asesinato. En 1997, el empresario Loyd Jowers declaró que él había contratado a alguien para matar al pastor, por encargo de un mafioso local y con la ayuda de agentes del gobierno. Jowers se negó a declarar ante los tribunales sin la promesa de inmunidad.

Aunque la familia de Martin Luther King logró que en 1998 un tribunal diera por buena la teoría de Jowers, solo se dio el veredicto en una sin que hubiera una pena para el acusado. Asimismo, este juicio ha sido puesto en duda por el gobierno de Estados Unidos. Todo esto poco sirvió para James Earl Ray, quien había muerto dos años antes tras las rejas.

Malcolm X era por mucho la mayor amenaza para el gobierno de Estados Unidos en los años 50. A diferencia de Martin Luther King, creía que la igualdad debía alcanzarse por cualquier medio necesario y no temía usar la violencia. Desde 1946, formaba parte de la Nación del Islam, un grupo radical cargado de nacionalismo.

Sin embargo, a principios de los años 60, Malcom X comenzó a desarrollar una filosofía más radical que el líder de la Nación del Islam, Elijah Muhammad, por lo que fue expulsado de ésta. Malcolm X formó su propia organización política en 1964.

El misterioso y trágico final de Malcolm X, Martin Luther King y Sam Cooke

Malcolm X le toma una foto a Muhammad Ali. (Foto: EPHouston/ Wikicommons)

El líder político estaba por lanzar un programa radical, en el que pedía a la ONU condenar la segregación en Estados Unidos y hablaba en contra de la brutalidad policial. Sin embargo, éste nunca vio la luz, pues Malcolm X fue asesinado a tiros el 21 de febrero de 1965, mientras hablaba en un rally en Nueva York.

Tres miembros de la Nación del Islam fueron condenados por el asesinato. Sin embargo, por años se habló de un cuarto sospechoso, aquél que había tirado del gatillo. Algunas versiones señalan a Willie X, otro miembro del grupo musulmán, como este hombre misterioso. Otros, simplemente hablan de un sujeto que fue herido en la escena del crimen y luego subió a una patrulla.

Alrededor del asesinato también hay sospechas de una conspiración del gobierno, debido a la presencia de agentes encubiertos en el lugar del homicidio. Gene Roberts, uno de los hombres que fue fotografiado dándole primeros auxilios a Malcolm X luego de los disparos, era en realidad un agente encubierto.

Aunque el boxeador se salvó de ser asesinado y murió hasta 2016, no se libró de la persecución del FBI durante la lucha por los derechos civiles. En 1967, cuando el campeón se negó a ir a la Guerra de Vietnam fue encarcelado, despojado de su título y vetado del boxeo.

Por los siguientes seis años, el gobierno estadounidense lo espió de cerca a través de la operación Minaret. Esta operación se estableció en los sesentas para vigilar a todos aquellos que estuvieran en contra de la Guerra de Vietam. Incluyó, entre otras cosas, escuchas e intercepción de comunicaciones, situaciones que hoy en día serían ilegales.

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Foto: AP

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