El 27 de enero de 1967, tres astronautas se preparaban para una prueba rutinaria. Quince segundos bastaron para convertir ese ordinario procedimiento en una trampa mortal. El día quedaría escrito en la memoria colectiva como una tragedia.
La historia en realidad había comenzado siete años antes, cuando la NASA anunció que pondría en marcha el programa Apolo. En resumen, la misión buscaba realizar un viaje tripulado para aterrizar en la Luna y lograr que el hombre pisara por primera vez el satélite.
Módulo de comando del Apolo I. (Foto: NASA)
Esta era una misión espacial, pero tenía mucho que ver con lo que pasaba aquí en la Tierra en ese momento. En 1961, el presidente John F. Kennedy prometió que los Estados Unidos enviarían un hombre a la Luna y lo haría regresar sano y salvo antes de que finalizara la década.
En plena Guerra Fría con la Unión Soviética, la Luna se convirtió en un botín político para las potencias mundiales. El programa Apolo pasó a ser una prioridad nacional.
‘Gus’ Grissom, Edward White II y Roger Chafee eran los tres tripulantes del Apolo original. En aquella mañana realizaban una prueba de desconexión de los sistemas de la cápsula espacial. Era uno de los pasos previos al lanzamiento estelar, programado para el 21 de febrero de ese año.
De izquierda a derecha Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee. (Foto: NASA)
Se trataba de una simulación en la que la cápsula montada sobre el cohete Saturno IB, soltaría las conexiones principales para comprobar que el sistema interno se hiciera cargo de las tareas. Aunque iba sin combustible, la cápsula estaba tripulada y equipada en su totalidad.
Los astronautas ya estaban al interior de la cápsula, elevada aproximadamente a 54 metros. En el exterior, técnicos tomaban mediciones y se preparaban para dar inicio a la prueba.
En la cabina había apenas espacio para los astronautas. En un espacio de 10 metros cuadrados se encontraban los tres tripulantes, en bancos con la espalda en el suelo y los pies en alto. Grissom, el comandante, iba al centro.
La cabina estaba sellada con tres capas, lo que más tarde probaría ser una sentencia de muerte.
A las 18:30 dio inicio la cuenta regresiva de un minuto. De pronto, se registró una escalada en la tensión de la alimentación eléctrica de la cápsula. Segundos después, en el micrófono se escuchaba a los astronautas gritar de manera entrecortada “¡Fuego!” y “Salir de aquí”.
La tragedia del Apolo 1
Quince segundos después de que dio inicio la emergencia, la cápsula reventó por la presión interna. Dentro, estaban los cuerpos calcinados de los astronautas. Se habían quemado a tal grado que el nailon de sus trajes se fundió y tomó 90 minutos sacarlos de su lugar.
Las posturas de los cuerpos indicaban que White había seguido el procedimiento y se había levantado para intentar abrir la escotilla. Grissom se había soltado de sus cinturones y estaba en el suelo de la nave.
Aunque la escena era espantosa, la autopsia posterior de los cuerpos reveló que los tres hombres habían tenido una muerte casi instantánea. Cuando sus trajes ardieron y los expusieron al monóxido de carbono, fallecieron al inhalarlo.
Virgil Ivan Grissom y Edward H. White II eran veteranos en los viajes espaciales, pero Roger B. Chafee era un novato. En su honor, se han realizado diversos homenajes, como nombrar tres cráteres en la luna como tributo y colocar una insignia de la misión fallida en la superficie lunar.
Restos calcinados de interior de la cápsula. (Foto: NASA)
La NASA después del Apolo 1
La investigación posterior reveló que se habían omitido protocolos de seguridad porque no se consideraba que la prueba fuera peligrosa. El accidente tuvo tal impacto en la NASA que se re diseñó el interior de las naves Apolo, además de reforzar la atención al detalle y las medidas preventivas en todas las operaciones.
A pesar de la tragedia, la carrera lunar siguió adelante. La misión AS-204 fue renombrada Apolo 1 en homenaje a los astronautas fallecidos, los tres siguientes lanzamientos (Apolo 4, 5 y 6) fueron no tripulados y nunca hubo misiones Apolo 2 y 3.
No sería hasta el 11 de octubre de 1968, año y medio después del fallo del Apolo 1, que la NASA volvería aventurarse con un nuevo vuelo tripulado. Con el Apolo 7, se ponía punto final al luto. Chafee permaneció atado a su asiento, probablemente porque en caso de emergencia era el encargado de mantener la comunicación.
Esta carrera espacial no se detuvo y la NASA siguió trabajando hasta conseguir que sus astronautas llegaran y pisaran la superficie lunar, esto ocurrió entre el 20 y 21 de julio de 1969, cuando Neil Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin, hicieron historia al ser los primeros seres humanos en llegar a la Luna.
Con información de El Mundo y Astronomia.com
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