Es la noche del 16 de julio de 1917, en pocas horas llegará el día 17. En el sótano de la casa Ipátiev, en Ekaterimburgo todo está listo para acabar con la dinastía del último Zar de Rusia, Nicolás II; bolcheviques, comandados por Yákov Sverdlov llevaron a los miembros de la familia real: Nicolás, su esposa Alejandra Fiódorovna, las cuatro hijas: la Gran Duquesa Olga, la Gran Duquesa Tatiana, la Gran Duquesa Anastasia y la Gran Duquesa María, además del pequeño Alexis Nikoláyevich, a la que sería su última morada. Con engaños y mentiras, todos fueron fusilados.
Afuera, la revolución rusa mantenía al país bajo un estado convulso que estaba a punto de acabar con la grandeza de la nación, por lo menos hasta ese momento.
La historia de la Gran Duquesa Anastasia está rodeada de mitos y leyendas que hasta el día de hoy mantienen su vida nublada por la duda de si murió esa noche o años más tarde.
Nicolás II estaba al frente de la casa rusa desde que murió su padre el 20 de octubre de 1894, pero la debilidad de sus decisiones y la falta de confianza de su población provocó que el Zar tuviera la necesidad de recurrir a métodos, digamos, extraños para manejar al país que se había mantenido como parte importante en la Primera Guerra Mundial, es entonces cuando apareció Rasputín.
Grigori Rasputín era un monje que se colocó entre los primeros círculos monárquicos a los que llegó gracias a la zarina Alejandra, quien le manifestaba todo su apoyo debido a que atendió la hemofilia de Alexis, su hijo menor. Rasputín tomaba decisiones para la nación, pero sobre todo jugaba un papel determinante al interior de la familia, principalmente en las mujeres de Nicolás II, con especial interés en la pequeña Anastasia.
Anastasia y su padre Nicolás II. Foto: Wikipedia
Anastasia Nikoláyevna Románova nació, según el calendario juliano el 18 de junio de 1901, lo que causó una gran decepción para su padre, que cansado de tener sólo hijas, comenzaba a ver el final de su dinastía reinante. La noche en que Alejandra dio a luz, su esposo se refugió en sus aposentos y no fue a ver a la pequeña.
La niña fue nombrada Anastasia, que para los ortodoxos significa resurrección o liberación, incluso desaparición. El título de duquesa la colocaba en un rango mayor a las princesas del resto de Europa.
Anastasia era una niña de ojos azules, con pelo rojo y una cara hermosa, y así se transformó en adolescente. Según los relatos de los trabajadores de la casa real, ella era un pequeño diablillo, traviesa y juguetona.
Anastasia Nikoláyevna Románova.Foto: Wikipedia
La crianza de las hijas del Zar fue austera, pues Nicolás no era conocido por sus excesos en el gasto de riqueza; dormían en catres y vivían bajo duras normas de convivencia, reglas que no sirvieron para mantener al Monje lejos de las pequeñas. Rasputín tenía la entera libertad de entrar al cuarto de las niñas, de Anastasia y de sus hermanas, verlas en camisón y acariciarlas hasta que se quedaran dormidas para luego entrar a las habitaciones de Alejandra, con quien se rumoraba mantenía una relación sentimental.
Anastasia, ya como adolescente, se mandaba cartas con Grigori en las que se podía notar la admiración y el amor que sentía por el confidente de la familia: “Mi querido, hermoso, mi único amigo", escribía Anastasia. "Cuantas ganas tengo de verte otra vez. Hoy he soñado contigo. Siempre le pregunto a Mamá cuando vendrás... Pienso en ti siempre, cariño, porque eres tan bueno conmigo”.
Rasputín fue asesinado el 17 de diciembre de 1916, según el calendario juliano y Anastasia visiblemente trastornada lloró por semanas y fue a su entierro para llorarle sin consuelo. Se había ido la suerte de la dinastía de Nicolás II.
Tras la Guerra Mundial, el gobierno del zar se enfrentó a una rebelión de la población de la que surgió el Ejército Rojo o de los Bolcheviques que capturó al Nicolás y su familia obligando al monarca a abdicar el trono, tras aceptar que la Revolución de Febrero se le había escapado de las manos.
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El 2 de marzo de 1917, Nicolás II y su familia fueron aprisionados, y se les cambió constantemente de residencia, hasta que el 17 de julio de ese año, la familia, un médico y una sirvienta fueron ejecutados. Bajo el pretexto de que se les tomaría una foto, los integrantes imperiales se sentaron, Nicolás con Alexis en las rodillas, y las mujeres a su lado; entonces Yákov Sverdlov le anunció al zar que el pueblo lo había condenado a muerte, apenas dijo “¿Qué?” cuando le dispararon a quemarropa; luego fusilaron a sus mujeres, Anastasia habría sido muerta a bayonetazos, cuando trataba de escapar.
Foto: Wikipedia
Luego de la muerte de Anastasia, lo rumores surgieron, decenas de mujeres aparecieron asegurando ser la Duquesa, pero nadie podía comprobarlo (los cuerpos de Anastasia y Alexis no habían sido hallados). La más famosa fue Anna Anderson, que se ostentaba como integrante de la familia imperial, aduciendo que se había escapado de sus ejecutores.
Anna murió en 1984, pero nunca se pudo comprobar si era o no Anastasia, pues no podía aportar pruebas suficientes para demostrarlo, pero tampoco podía negarse que fuera ella.
En 2007, un grupo de científicos hallaron dos cuerpos en Ekaterimburgo que se presumen como los de Alexis y Anastasia, y a pesar de que fueron admitidos como de la familia real, las pruebas aseguran que el cuerpo femenino encontrado medía 1.70 metros, pero Anastasia era mucho más baja de altura.
Hasta hoy no hay pruebas de que la Gran Duquesa haya muerto ese día, pero tampoco de que alguna de las mujeres que se decía ser ella lo fuera en realidad.
Como bien lo decía su nombre, la adolescente desapareció sin dejar rastro, ni su muerte ni su vida pueden comprobarse.
Con información de elcomercio.pe y biography.com
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