La tercera temporada de The Crown ha llegado a Netflix y como ya es costumbre, nos muestra a detalle la vida privada de la corona británica. En este nuevo ciclo, además se seguir la vida de Isabel II, conoceremos a la princesa Alicia de Battenberg, una de los personajes más intrigantes de la historia en Reino Unido.
En el episodio cuatro de la nueva temporada, The Crown nos habla de la complicada relación entre Alicia y su hijo, el príncipe Felipe de Edimburgo (marido de Isabel II). En la serie, esta princesa es interpretada por la actriz Jane Lapotaire.
Foto: Netflix
La historia de Alicia de Bettenberg detrás de The Crown
Alicia de Battenberg nació en 1885, con sordera, en el castillo de Windsor. Con sólo 18 años, se casó con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca. La pareja tuvo cinco hijos, cuatro mujeres y un hombre, Felipe.
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Poco después del nacimiento de Felipe, Alicia fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide y se recluyó en un sanatorio suizo. Mientras tanto, sus hijas se casaron con prominentes alemanes, fervientes seguidores del partido Nazi. Felipe, por su parte, estaba en las filas del enemigo, ya que formaba parte de la Marina Real Británica.
Foto: Philip de László/Wikicommons
En esta época, Alicia de Battenberg fue tratada por Sigmund Freud. El experto creía que sus problemas provenían de los niveles de hormonas en su cuerpo y “frustración sexual”. En consecuencia, le recetó rayos X en los ovarios para adelantar su menopausia, lo que le provocó graves secuelas de por vida.
Finalmente, Alicia decidió huir del sanatorio y regresó a Grecia para fundar una orden religiosa. No se reencontró con su familia hasta 1937, para el funeral de su hija Cecilia.
Foto: Wikicommons
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la princesa Alicia de Battenberg trabajó para la Cruz Roja. Incluso llegó a esconder de los alemanes a una familia judía, la cuál había ayudado a escapar a miembros de la familia real griega años atrás.
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Con su orden religiosa, la hermandad cristiana de Marta y María, comenzó a enfocarse en varias causas sociales. Era una persona desapegada a lo material y utilizó parte de sus joyas para fabricar el anillo de compromiso que Felipe le presentó a Isabel II para pedirle matrimonio.
En 1967, la princesa abandonó Grecia por segunda vez, ya como monja. Se instaló en el palacio real británico, donde moriría dos años después, en 1969.
Con información de El País
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