Era 3 de octubre de 1943, cuando un estruendo rasgó el cielo en una base secreta de la Alemania Nazi. El artefacto de 12 toneladas, despegó de su plataforma y comenzó a elevarse. Su motor era alimentado con alcohol etílico y oxígeno líquido, y le permitió viajar 190 kilómetros y llegar a una altura de 38 kilómetros.
El llamado cohete V-2, fue lanzado desde Peenemünde, Alemania, y se convirtió en el primer misil balístico de combate de largo alcance del mundo, así como en el primer artefacto humano conocido que hizo un vuelo suborbital. Básicamente fue el padre de los cohetes modernos.
Wernher von Braun, uno de los más importantes diseñadores de cohetes del siglo XX, fue el jefe de diseño del V-2, así como del Saturno V que llevó al hombre a la Luna.
Los nazis lo llamaban “Vergeltungswaffe Zwei” (Arma de Venganza 2), pero no pudieron usarlo en la Segunda Guerra Mundial hasta 1944, cuando la Alemania de Hitler estaba a punto de ser vencida. Lo querían para bombardear Londres. Cuando este conflicto bélico terminó, muchos cohetes V-2 fueron llevados a Estados Unidos y la Unión Soviética para implementar sus programas de misiles balísticos.
Este artefacto medía 14 metros de largo y tenía un empuje de 28 mil kilogramos. Su capacidad de carga era de 1,100 kilos, la cual podía llevar a una distancia de 140 kilómetros, desplazándose a una velocidad de 1,750 kilómetros por hora.
Aunque se esperaba que en su lanzamiento al espacio consiguiera un récord de 400 kilómetros, solamente alcanzó 38 kilómetros de altura.
Hay que señalar que la atmósfera no termina abruptamente a una altura determinada, sino que se va atenuando con la altitud adquirida. A partir de los 100 kilómetros de altura sobre el nivel del mar ya es el espacio exterior, lo que llaman Línea de Kármán. En esa época, llegar siquiera a contemplar la curvatura de la Tierra ya equivalía a estar en el espacio, por lo que el logro del V-2 no era nada despreciable.
Wernher von Braun con el modelo del V-2. (Foto: Wikimedia Commons)