Los tacones no estaban destinados a ser utilizados por las mujeres, así lo señala la historia. En el siglo XIV, eran los hombres del ejército quienes los usaban. No se los ponían para parecer más altos, sino como un medio para mejorar su estilo de lucha en los conflictos.
Calzado de la caballería persa. (Foto: BataShoe Museum)
Sin embargo, los tacones no se quedaron en el campo de batalla, pues su uso se extendió por Europa y, entre la aristocracia, se comenzaron a utilizar con un fin estético.
El rey Luis XIV de Francia comenzó a usar unos de color rojo, y hasta aprobó una ley en la que se decía que solamente los miembros que integraban su corte podían usar los tacones del mismo color en que él lo hacía.
Rey Luis XIV. (Foto: Wikipedia)
Pero a medida que la moda se extendía entre la aristocracia masculina, el desafío era rediseñar un objeto que jamás fue diseñado para caminar, sino para ayudar a los soldados a asegurar su posición de combate.
Cuando llegó la moda andrógina, en la que una persona reúne los dos sexos en un mismo individuo, fue cuando comenzó a ser bien visto en el entorno femenino.
Fue a mediados del siglo XVII cuando ellas comenzaron a usar tacones para “masculinizar” su aspecto. No les importaba que el zapato fuera totalmente impráctico y que dificultara su andar, pues querían estar a la moda.
(Foto: Pinterest Viviana Ceminelli)
Fue así que esta “moda” trascendió hasta convertirse en mucho más que eso. Ahora es un ícono de la moda que ha sobrevivido y lo seguirá haciendo a pesar del paso de los siglos.
Expertos creen que fueron los médicos de mediados del siglo XIX quienes le dieron a los tacones el atractivo sexual con el que se les asocia actualmente, cuando los colocaban en los pies de sus modelos desnudas de postales victorianas.
Con información de BBC y Messy Nessy Chic.