En pleno verano parisino de 1838, Louis Daguerre se colocó en el Boulevard du Temple para sacar un daguerrotipo, el antecedente de las fotografías como las conocemos. Daguerre sólo quería captar una imagen de la ciudad, objetivo que alcanzó con éxito, pero de manera totalmente accidental, también se quedo fijado en su imagen un detalle sorprendente: el primer hombre en ser retratado.
Por supuesto, Daguerre nunca hubiera podido registrar esa imagen sin los avances de Nicéphore Niépce, considerado como el verdadero padre de la fotografía. La contribución de Louis consistió en perfeccionar la técnica existente y presentar los avances materializados en el daguerrotipo, invento al que bautizo con su propio nombre y el cual presentó en la Academia de las Ciencias Francesa en 1839.
Fue tal la impresión que provocó con su innovación, que el gobierno francés se convenció de comprar el procedimiento y distribuirlo sin patente, de manera que todo el que lo quisiera pudiera experimentar y perfeccionar la fórmula.
Retrato de Louis Daguerre (1787-1851). (Foto: Wikipedia)
El daguerrotipo era una plancha de cobre que en una cara tenía un baño de plata. Tras añadirle yodo se exponía a la luz, momento en el cual se revelaba la imagen y se le podía añadir color manualmente. En el procedimiento para obtener la imagen se usaba mercurio, sustancia especialmente perjudicial para la salud humana. El resultado de este proceso debía ser cuidadosamente preservado, ya que el oxígeno podía afectar su calidad, por lo que las imágenes debían ser conservadas en estuches especiales.
A diferencia de las fotografías que conocemos hoy, el daguerrotipo sólo podía crear una copia única de la imagen, aunque esta tenía una gran nitidez. Otro inconveniente, y quizá el más importante, era que sólo podía captar objetos y personas inmóviles que debían permanecer estáticos por cerca de diez minutos si querían obtener su réplica visual. Además, la imagen final siempre salía invertida debido al proceso de revelado.
Los primeros daguerrotipos eran de objetos y edificios, ya que se requería mucho tiempo de exposición para obtener la imagen. (Foto: Wikipedia)
Obtener el famoso daguerrotipo del Boulevard du Temple le tomó a Louis cerca de 10 minutos y mientras los carros y otras personas se desdibujaron de la imagen debido al movimiento, una sola persona apareció en el resultado final. Se trata de un hombre a quien le están boleando los zapatos y por ello, se quedó inmóvil el tiempo suficiente para ser inmortalizado. Con el tiempo y las nuevas técnicas de revelado, se han encontrado en el daguerrotipo otras siluetas humanas, pero ninguna tan clara y evidente como la del hombre que lustraba sus zapatos.
La figura del hombre quedó registrada en la parte inferior izquierda de la imagen. (Foto: Wikipedia)
Aunque para 1841 la técnica se había perfeccionado, al grado de que ya sólo se requería un minuto para producir la imagen, el daguerrotipo fue rápidamente desplazado por otros inventos más eficientes. Pese a que eventualmente se volvió obsoleto, este invento sigue en el corazón de muchos como el descubrimiento que popularizó la fotografía y se colocó como uno de los grandes avances de la época.
Y aunque ni Daguerre ni el hombre que retrató lo sepan, su imagen ha inspirado a miles de fotógrafos en todos el mundo, más de 175 años después de haber sido tomada.
Con información de El País, Hipertextual y The Independent