Irène Joliot-Curie fue Premio Nobel de Química en 1935, por el descubrimiento de isótopos radiactivos, pero lejos de ser una ayuda en su carrera profesional, ser la hija de Marie Curie no le resultó nada sencillo.
Ella desarrolló su carrera científica junto a su madre y aunque muchos creen que eso le abrió las puertas en el campo de la ciencia, en realidad vivía a su sombra, además de que sus logros científicos siempre eran comparados con los de Marie Curie.
Irène nació el 12 de septiembre de 1897 en París. Fue hija de Pierre y Marie Curie, por lo que no resultó extraño que desde pequeña diera muestra de un gran talento para las matemáticas. A los 10 años de edad comenzó a estudiar en la “cooperativa”, un grupo de niños que mostraban grandes aptitudes académicas. La propia Marie Curie formaba parte del cuadro docente.
Dos años después de que ingresó a La Sorbona para estudiar física y matemáticas, estalló la Primera Guerra Mundial, por lo que abandonó sus estudios para colaborar como enfermera radiológica al lado de su madre.
Irène y su madre, Marie Curie. (Foto: Wikimedia Commons)
Tiempo después, cuando ya tenía su doctorado terminado, así como una investigación sobre los rayos alfa del polonio, conoció a Frédéric Joliot, quien se convertiría en su marido y con quien tendría dos hijos: Helena y Pierre. Ella lo instruía en los trabajos sobre radiactividad del laboratorio y, con ese contacto constante, se enamoraron.
Irène y Frédéric formaron una de las parejas científicas más comprometidas política y socialmente. Los logros de uno eran los del otro, y es casi imposible separar las aportaciones que realizó cada uno de ellos al mundo de la ciencia.
De hecho, en 1935, recibió el Premio Nobel de Química junto a su marido, por el descubrimiento de radioisótopos artificiales, los cuales consiguieron al bombardear con partículas alfa (núcleos de helio) elementos como el boro, aluminio o magnesio. Consiguieron obtener más de cuatrocientos radioisótopos nuevos, abriendo un campo de aplicación no solo en la física y química, sino en la medicina e investigación en general.
Irène y Frédéric trabajando en el laboratorio. (Foto: Wikimedia Commons)
Pero esto no se quedó aquí, pues el matrimonio Joliot-Curie se planteó el debate sobre el impacto social de la radiactividad. Además, su compromiso antifascista permaneció activo toda su vida, así como su lucha por la educación y el desarrollo social e intelectual de las mujeres.
Luchadora incansable
Al comienzo de la Guerra Civil Española, Irène tomó partido por el gobierno legítimo de la República Española. En 1948 fue detenida en la Isla de Ellis cuando recogía fondos para apoyar a los refugiados españoles que huían de la dictadura franquista. Pero ésta no era la primera vez que se veía envuelta en una situación así; en 1943 había sido arrestada por motivos políticos en la frontera suiza. En ese momento rechazo el privilegio de ser liberada por el simple hecho de ser hija de Marie Curie.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército nazi estaba a punto de invadir París, decidió ocultar los resultados de sus investigaciones sobre reactores nucleares, pues temía que cayeran en las manos equivocadas. Los puso en un sobre sellado dentro de la Academia de las Ciencias, donde permanecieron hasta 1949.
Irène Joliot-Curie. (Foto: Wikimedia Commons)
Irène Joliot-Curie llegó a ocupar los cargos de Secretaria de Estado de Investigación Científica, desde el que estableció las bases del Centro Nacional de Investigación Científica. Además formó parte de la Comisión de Energía Atómica, donde consiguió desarrollar el primer reactor nuclear francés.
En 1950, durante la Guerra Fría, ella y su marido fueron destituidos de sus cargos administrativos debido a sus ideas políticas. Pero Irène no se dio por vencida, y en 1955 diseñó un nuevo laboratorio en la Universidad d'Orsay, en París, para trabajar con aceleradores de partículas, aunque su salud ya estaba deteriorada.
A comienzos de 1956 Irène fue enviada a las montañas, pero no mejoró. Ingresó en el Hospital Curie de París donde murió de leucemia el 17 de marzo de 1956.
Irène Joliot-Curie fue una gran científica, pero con una gran sensibilidad hacia los problemas sociales. Fue valiente, luchadora y generosa, aunque su nombre no sea tan recordado como el de su madre.
Irène y Frédéric trabajando en el laboratorio. (Foto: Wikimedia Commons)
Con información de Mujeres Con Ciencia y Mujeres en la Historia
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