La tercera temporada de American Crime Story fue confirmada y abordará el escándalo sexual del ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, así como de las mujeres involucradas en su proceso de destitución en 1998.
Se llamará Impeachment: American Crime Story y su producción comenzará en febrero de 2020 y uno de los aspectos más llamativos de su anuncio es que contará con la propia Monica Lewinsky como productora.
La serie contará con Beanie Feldstein como Monica Lewinsky, Sarah Paulson como Linda Tripp y Annaleigh Ashford como Paula Jones.
Si no recuerdas con detalle este escándalo, te ponemos en contexto…
En 1995, cuando Bill Clinton estaba en su primer periodo presidencial, conoció a Monica Lewinsky, una chica de 22 años que acababa de terminar su carrera en Psicología en el Clark and Lewis Collage, estaba haciendo una pasantía en la Casa Blanca, donde fungía como funcionaria de la oficina de Asuntos Legislativos, cargo que le permitía la cercanía con el presidente.
Para 1996, los jefes de Lewinsky le consultaron sobre el tiempo que estaba pasando con el presidente Clinton, incluso el embajador de Naciones Unidas, Bill Richardson, le ofreció un puesto en esa organización, pero la mujer se negó, pues no quería irse de la Casa Blanca.
El escándalo sexual explotó hasta 1998, y el presidente Clinton negó haber mantenido la relación, pero entonces la evidencia lo condenó.
Monica Lewinsky y Bill Clinton. (Foto: Wikimedia Commons)
Entre noviembre de 1995 y marzo de 1997, según se supo después, tuvo por lo menos nueve encuentros sexuales con el presidente, varios de los cuales se desarrollaron en el Salón Oval de la residencia oficial. Monica cometió un error cuando se lo contó a su amiga Linda Tripp, funcionaria del Ministerio de Defensa, quien no solo grabó las conversaciones, sino que guardara los regalos que le había hecho el presidente, además del clave vestido azul manchado con semen.
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Para ese entonces, cuando Paula Jones acusó a Clinton de acoso sexual, Lewinsky negó todo tipo de relación con el presidente, Linda Tripp le pasó las grabaciones a Kenneth Starr, el abogado y consejero que estaba investigando a Clinton.
En enero de 1998, la revista Newsweek y el Washington Post tenían las grabaciones y las publicaron de inmediato. El presidente negó la historia, de hecho el 26 del mismo mes, acompañado de su esposa Hillary Clinton, siguió argumentando que no había sido infiel: “Quiero que me escuchen. Voy a decir esto de nuevo: Yo no tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky. Yo nunca le dije a nadie que mintiera, ni una sola vez ; nunca. Estas alegaciones son falsas”.
(Foto: AP)
La polémica seguía, pero nadie podía confirmar lo que parecía obvio. Lewinsky no quería hablar del tema, hasta que el 28 de julio del 98, la chica recibió trato como testigo protegido a cambio de atestiguar sobre la relación con el presidente. Monica entregó el vestido manchado con semen, y la evidencia de ADN comprobó que Clinton mentía.
Fue el 17 de agosto de 1998 cuando el presidente admitió que había tenido una relación física impropias con la mujer, aclaró que no habían tenido relaciones sexuales con la becaria, pero que sí recibió sexo oral.
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A pesar de que Clinton fue encontrado culpable por desacato y multado por 90 mil dólares, el Congreso lo absolvió y permitió que se quedara en su cargo, pero el precio fue caro para el presidente.
El escándalo Lewinsky tuvo efectos colaterales en dos frentes, por un lado conspiró con las posibilidades del candidato demócrata, Al Gore en las elecciones del año 2000, además, el destape de escándalos sexuales que se filtraron años después.
Monica Lewinsky no se quedo cruzada de brazos ante la dura campaña y contrató a Judy Smith, una conocida abogada que se especializa en crisis, y a pesar de que fue juzgada duramente, más tarde escribió su autobiografía por la que cobró más de millón y medio de dólares, promocionó productos para adelgazar y se convirtió en oradora en conferencias sobre acoso en los medios.
Bill Clinton y una joven Monica Lewinsky. (Foto: AP)
En una de estas conferencias, de hecho, confesó que “a los 22 años me enamoré de mi jefe y a los 24 aprendí las consecuencias devastadoras de eso. Me tildaron de zorra, puta, ramera, tonta. Perdí mi reputación, mi dignidad y casi pierdo mi vida. Me conocía mucha gente, pero en el fondo sólo me conocían de verdad unos pocos. Lo entiendo. Fue fácil olvidarse de “esa mujer”, de que tenía alma”.
A pesar de que los años han pasado, y Clinton superó el problema e incluso es recordado como uno de los mejores presidentes de la historia de EU, Monica ha sido tratada como una paria, de hecho asegura que nadie la invita a salir, que no es fácil encontrar trabajo debido a ese duro momento.
Con informacion de El Clarin, El Comercio y 20 Minutos
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