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Vincent Van Gogh, la triste vida del eterno mártir de amor

Un artista introvertido y maravilloso que supo manejar el color como nadie... pero incomprendido en su tiempo

Foto: Wikipedia
30/03/2019 |04:00maricela.flores |

Hay artistas que no necesitan vivir muchos años para trascender y ser recordados para siempre. Eso le sucedió a Vincent Van Gogh, quien falleció a los 37 años de edad, pero a pesar de ello es uno de los exponentes más notables del movimiento postimpresionista.

Nació el 30 de marzo de 1853, en la región de Bramante, en Holanda. Fue el mayor de sus hermanos, pero este lugar no le correspondía ¿Por qué? Porque exactamente un año antes, el 30 de marzo de 1852, falleció Vincent, quien había sido el primogénito de sus padres: Theodorus y Agostina.

Al pintor le pusieron el mismo nombre, lo cual marcó terriblemente su existencia. Una de las primeras cosas que le obligaron a ver, fue precisamente la tumba de su hermano muerto. Vincent iba a la escuela, pero era un pequeño triste y solitario que casi no hablaba, aunque destacaba en materias como las Ciencias Naturales y la Ortografía, nunca le vieron dotes para las artes.

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Era un chico pelirrojo y robusto, pero él se consideraba muy feo, algo que también le persiguió durante su vida. Así transcurrió su infancia, desapegándose cada vez más de los estudios y presumiendo ser autodidacta, aunque para contrarrestar esto, su padre lo internó en un colegio.

Vincent Van Gogh, la triste vida del eterno mártir de amor

Autorretrato. (Foto: AP/Van Gogh Museum)

Cuando tenía 16 años, uno de sus tíos, quien era vendedor de arte, le ofreció trabajo, por lo que se marcha a Inglaterra, a la sucursal que su tío tenía en Londres. Vivía en una pensión y trabajaba de sol a sol, pero eso no impidió que a los 21 años descubriera el amor. Se trataba de Eugenia, una chica dos años menor que él.

Durante cinco meses estuvo al lado de ella, perdidamente enamorado, pero nunca fue correspondido, por lo que Van Gogh decidió regresar a Holanda. Estaba destrozado y sufría de una depresión terrible. Era un hombre que no sabía sobrellevar los altibajos del amor. De hecho, en una de tantas cartas que le escribió a su hermano menor Theo, le confesó que a los 28 años, aún no sabía lo que era el sexo.

Después de este episodio intentó ser teólogo. Con mucho esfuerzo logró ser aceptado en una escuela de Amberes y contratado como ayudante de un misionero. Lo enviaron al llamado “campo negro”, famoso por sus minas de carbón, donde comenzó a interesarse por la vida de los trabajadores, a quienes cuidaba y regalaba su ropa y el poco dinero que ganaba. Después de 22 meses le cancelaron su contrato y acabó asqueado de la religión.

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¡Quiero ser pintor!

A los 27 años de edad decidió que quería ser pintor; tomar un pincel y plasmar lo que lleva en el alma sobre un lienzo. Regresó a vivir con sus padres, pero debido a varios enfrentamientos, decide instalarse en La Haya, donde conoce a una prostituta embarazada llamada Sien, por la que comienza a sentir un amor compasivo.

Ella le sirve como modelo e inspiración, pero también lo puso en contacto con el sexo. El pintor contrajo gonorrea y sífilis, por lo que tuvo que ser ingresado en un hospital. A los 28 años de edad se enamoró de una viuda, pero tampoco le correspondió, lo que le provocó una nueva depresión. Pero cuando tenía 30 años, Margot, una solterona de 41 años, se fijó en él, sin embargo Vincent no se sentía atraído por ella.

Vincent Van Gogh, la triste vida del eterno mártir de amor

La noche estrellada. (Foto: AP)

La oreja de Van Gogh

Entre 1880 y 1890 ofreció sus mejores obras. En la primera mitad de esa década se interesa por pintar campos y paisajes, como nadie lo había hecho antes. En 1886 se va a París, donde pasa dos años magníficos. Se reencuentra con su hermano Theo y ambos se van a vivir a Montmartre. Al lado de Emile Bernard y Toulouse-Lautrec, exponía sus cuadros en un café, pero mientras los otros vendían sus pinturas, él no era capaz de vender una sola.

Para 1888 quiso buscar nuevos aires y se marchó a Arles en la Provenza francesa. Ahí se topó con “la casa amarilla”, a la que quería convertir en sede de una pequeña comunidad de artistas, pero cuando se puso en contacto con sus amigo, nadie acudió; sólo el gran Paul Gauguin.

La relación entre ambos era bastante buena al principio y durante dos meses intentaron crear su escuela de arte, pero Gauguin no aguantó más y decide marcharse. El 23 de diciembre, se lo dice a Vincent y éste, en un momento de ira, lo amenaza con una navaja de afeitar. Gauguin se marcha y Van Gogh, confundido, se corta la oreja. Después, dos investigadores alemanes señalaron que habría sido Gauguin quien le cortó la oreja, pero que debido al profundo amor y amistad que le tenía, Vincent decidió encubrirlo.

Vincent Van Gogh, la triste vida del eterno mártir de amor

Autorretrato con la oreja vendada. (Foto: AFP)

Van Gogh envolvió el lóbulo de su oreja en un paquete y se lo entregó a una de sus prostitutas favoritas con una nota que decía: “por favor, cuídenlo”. Recibió atención médica y cuando volvió a su casa, descubrió que la habitación donde guardaba sus obras estaba abierta, y que la mayoría de sus pinturas estaban rasgadas. Se dice que esto lo hicieron sus vecinos para obligarlo a que se marchara.El ocaso de un grande

Después ingresó a una clínica psiquiátrica, donde pasó algunos meses. Su hermano Theo logró que durante su estancia le permitieran seguir pintando, y es aquí donde tiene su etapa más prolífica. El primer cuadro que pintó tras ingresar fue Los Lirios.

En su corta carrera llegó a pintar 841 cuadros; y en un momento de extrema lucidez llegaron Los Girasoles y La Resurrección de Lázaro. El médico Paul Gachet le pide que se vaya con él a un pueblo cercano a París donde puede ser atendido y donde pagaría sus consultas con cuadros.

Vincent Van Gogh, la triste vida del eterno mártir de amor

Los Girasoles. (Foto: El Universal)

Pero la depresión lo sigue atormentando y, poco a poco, su cuerpo se va deteriorando. Estaba irreconocible para los pocos “amigos” que le quedaban. El 27 de julio de 1890, Van Gogh pide una pistola con el pretexto de asustar a unas aves que le molestan. Después de firmar su última obra Cuervos sobre un Campo de Trigo, se escuchó un disparo.

Con el vientre herido logró llegar a la posada en la que se hospedaba. Murió el 29 de julio en los brazos de su hermano, tras dos días de agonía. En un buen gesto, el doctor Gachet depositó un ramo de girasoles sobre el vientre de Van Gogh. Murió enfermo, en la pobreza y pensando que su pintura había sido un rotundo fracaso.

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Tumba de Vincent Van Gogh. (Foto: El Universal)

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