Adolf Hitler nació en el seno de una familia de clase media en Braunau am Inn, en el imperio Austrohúngaro en lo que hoy es Austria. Su padre, Alois Hitler era un funcionario de aduanas, y el pequeño Adolf fue fruto del tercer matrimonio de éste, además fue el tercer hijo de la pareja. De los cinco hermanos sólo llegaron a la edad adulta dos, Adolf y Paula, que tenía ciertas limitaciones psicológicas.
Con un padre ausente y violento, el joven se hizo de un carácter duro, aseguró en una ocasión que no lloraba para que su padre no supiera que le dolía que lo azotara. Su madre, por otro lado, estaba endiosado con él, le daba el amor que su padre no le tenía.
El apellido del padre de Hitler era en realidad Schicklgruber, pero en 1876 había sido legitimado recibiendo el de Hitler que pasaría a los hijos, condición que hizo creer que la madre del futuro dictador tenía en realidad sangre judía, aunque eso no era cierto.
Klara Pölzl mimó siempre a su hijo, pagaba por todos sus caprichos y a la muerte de su padre, en 1903, se acercaron con más ahínco.
Adolf Hitler mantuvo a distancia a una familia con la que no se sentía identificado y, al parecer, ésta no pudo beneficiarse de su condición de Führer ni siquiera cuando Austria fue anexionada al III Reich en 1938, así lo recopila El Mundo.
Adolf era un buen estudiante, pero siempre estaba mudándose, no podía establecer relaciones de largo plazo, su padre quería que fuera funcionario como él, pero el adolescente quiso emprender una carrera como pintor pero sin mucho éxito abandonó la secundaria a los 16 años.
Cuando tenía 17 años su madre murió a causa de cáncer de mama, lo que dejó a Hitler prácticamente huérfano. Adolf se fue a Viena para intentar vivir de la pintura e ingresar a la escuela de Bellas Artes de la ciudad. Estaba distante de su hermana, y ya de grande trató de ocultarla para que no se le relacionara con él, según National Geographic.
Al fracasar su carrera como pintor fue vagabundo, y es posiblemente esta etapa donde vio crecer sus prejuicios racistas ante una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad le era incomprensible. En este tiempo se convirtió al nacionalismo germánico y al antisemitismo.
Para 1913 Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar, se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán para la Primera Guerra Mundial. La derrota le hizo pasar a la política, tenía ya formado un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo al régimen de la República de Weiman, a quienes acusaba de traicionar a Alemania para aceptar la paz de Versalles.
De acuerdo con Tu History, en 1919 Hitler se unió al Partido Obrero Alemán, del que dos años después se convirtió en líder, pero lo renombró como Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Vivió años de ascenso en su carrera, era querido, tenía gran popularidad, pero el descontento del pueblo alemán debido a la derrota en la Primera Guerra Mundial fue lo que hizo que el político se convirtiera en el personaje.
Para ese entonces, el presidente del partido ya era nacionalista, antisemita, anticomunista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista.
Su primer intento de tomar el poder llegó en 1923 cuando fracasó al intentar una revolución apoyándose en las milicias armadas de Ludendorff. Fue detenido, juzgado, encarcelado y pasó en la cárcel nueve meses, tiempo en el que redactó Mi lucha.
Para 1925 reconstruyó su partido y se rodeó de sus fieles Goebbels, Himmler y Goering. Su propaganda, la parafernalia de desfiles, uniformes y banderas lo hicieron un ícono para aquellos que se sentían rechazados por el gobierno.
En 1932, Adolf Hitler presentó su candidatura a la presidencia de Alemania, en ese entonces República Weimar, pero fue derrotado por su oponente Paul von Hindenburg, un año más tarde fue nombrado canciller y a la muerte del presidente Hindenburg, Hitler tomó el poder, instaurando el Tercer Reich.
Hitler tenía un gran carisma, era un gran orador y sabía despertar en su pueblo las ganas de convertirse en el mejor del mundo. Hitler conquistó a las masas planteando su ideología nacionalista y racista, se oponía con fuerza a los Tratados de Versalles, al judaísmo, al comunismo. Rearmó a las fuerzas armadas, eliminó el sistema democrático de su país y estableció la dictadura que se caracterizaría por su persecución religiosa, étnica y política.
Hitler se autoproclamó Führer o “caudillo” de Alemania y sometió al ejército a un juramento de fidelidad. Instauró su creencia de la superioridad racial y desde el primer año de su mandato instauró un control policial total de la sociedad, persiguió a los judíos y condujo a la Solución Final.
El resto, es otra historia...