La rebelión no nació esa noche aciaga del 2 de octubre, nació días, meses, años antes. El 22 de julio de 1968, el cuerpo de granaderos de la ciudad reprimió una riña entre estudiantes de la Vocacional 1 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) con alumnos de la preparatoria privada Isaac Ochoterena, los elementos policíacos ingresaron a la Voca 2 y a la 5 para herir a alumnos y maestros: esto causó que la UNAM se declarara en huelga indefinida.

De esa tarde se registraron las detenciones de alumnos también de la Prepa 2 de la Universidad. Este momento, fue la semilla de incendiar las protestas.

El 29 de julio, alumnos exigieron la excarcelación de sus compañeros y marcharon por la ciudad, paralizaron el transporte público. Entre el descontento, las autoridades afirmaron que los muchachos tenían en su poder artefactos explosivos y eso les dio el pretexto para que el Ejército entrara a la Escuela Nacional Preparatoria 1 (el actual Colegio de San Ildefonso).

Fue cuando el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra se unió al movimiento y exigió el cese a la represión de estudiantes, todo en un solo grito ¡Únete, pueblo! El ejército seguía ocupando las instalaciones escolares, por lo cual Barros Sierra renunció al cargo el 23 de septiembre.

El 1 de octubre, el Ejército desocupó las instalaciones de los recintos escolares y lo que pasó en la Plaza de las Tres Culturas es aún borroso. No hay una cifra de muertos, pues los cadáveres nunca aparecieron. Mientras la televisión oficialista anunciaba que una pequeña gresca había dejado dos fallecidos.

A 48 años de la tarde negra de Tlatelolco, este es el recuento de los personajes claves para entender la masacre del 2 de octubre.

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