Manuel Tolsá se convirtió en una de las grandes figuras del arte en el México de la Colonia. Nació en la villa de Elguera, en Valencia, España, el 4 de mayo de 1757. Estudió arquitectura y escultura en las reales academias de San Carlos de Valencia y de San Fernando de Madrid.
Llegó a México en 1791 y la mayor parte de su vida habitó en la Ciudad de México, donde fue encargado de la supervisión de las obras de drenaje y abastecimiento de aguas y la reforestación de la Alameda Central. Falleció en la Ciudad de México el 24 de diciembre de 1816.
Seguramente cuando escuchas el nombre de Manuel Tolsá viene a tu cabeza el máximo referente de este escultor español: La estatua ecuestre de Carlos IV. Sí, esa que conocemos comúnmente como “El Caballito”.
Pero, no solamente es recordado como escultor o arquitecto, ya que su expresión no se reducía solamente a estas actividades, sino que también fue fabricante de muebles, fundidor de piezas de artillería, fabricante de coches, y muchas otras actividades.
Realizó altares, iglesias, bustos, esculpió estatuas, obras que están dispersas en nuestro país. Su influencia fue tan grande que al estilo neoclásico de sus obras se le llamó el “estilo Tolsá”. Por eso, en De10.mx te presentamos 10 obras, que seguramente no sabías que eran de él. ¡Aquí las tienes!
1. Catedral Metropolitana
Se trata, nada más y nada menos que de uno de los vestigios virreinales más emblemáticos de la Ciudad de México. Se ubica junto a la plaza más importante, la Plaza de la Constitución. Inicialmente, el arquitecto mexicano José Damián Ortíz de Castro estaba a cargo del edificio, pero murió en 1793, por lo que Manuel Tolsá fue designado para terminarla.
Para Tolsá implicó un gran reto, ya que se trataba de una construcción con diferentes estilos. La obra fue concluida en 1813, y este arquitecto decoró las torres y el frente con estatuas, entre ellas, las esculturas de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), que rematan con el cubo del reloj. También modificó la cúpula y los zócalos de las cruces del atrio.
2. Palacio de Minería
Se trata de una de las más grandes obras de arquitectura neoclásica en América. Fue diseñado y construido entre 1797 y 1813 por Manuel Tolsá. En su interior se encuentran la Antigua Capilla, el Salón de Actos, el Salón del Rector, la Galería de Rectores y la Biblioteca. También alberga el Museo de homenaje a Manuel Tolsá en el que es posible mirar las obras de este artista y de personajes de su época.
Fue uno de los primeros edificios diseñados para la enseñanza de la ingeniería y la metalurgia, pero tras las revueltas militares ocurridas en la primera mitad del Siglo XIX, y tras una reconstrucción parcial por parte del arquitecto Antonio Villard, permaneció cerrado y se pensó en usarlo como mansión imperial de Maximiliano de Hasburgo.
Tuvo distintos usos, hasta que en 1867, alojó la escuela Especial de Ingenieros, que permaneció casi 100 años en este inmueble. También funcionó como cuartel durante la Revolución Mexicana.
Con la migración de la Escuela Nacional de Ingeniería hacia Ciudad Universitaria, el Palacio de Minería continuó ofreciendo actividades académicas y culturales.
3. Antiguo Palacio de Buenavista (Museo Nacional de San Carlos)
Tolsá construyó este recinto ubicado en la colonia Tabacalera, entre 1978 y 1805, como una mansión para el Conde de Buenavista, el segundo hijo de la Marquesa de Selva Nevada; incluso, ahí se realizó un gran baile en honor al entonces emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota. Algo curioso de la construcción son sus escaleras, pues no tienen remaches y están sostenidas una sobre otra, con un sismo pierden estabilidad, pero no se caen. Desde 1968 se le conoce como el Museo Nacional de San Carlos y resguarda uno de los acervos de arte europeo, desde el siglo XIV hasta principios del XX. También fue sede de la Prepa 4 y de la Lotería Nacional.
4. Palacio del Marqués del Apartado
José Francisco de Fagoaga y Arozqueta, vizconde de San José, encargó a Tolsá la construcción de este edificio entre 1795 y 1805, con tres plantas de altura y dos fachadas. Los herederos del Conde mantuvieron el palacio hasta 1841, cuando entraron en bancarrota y lo cedieron a sus prestamistas. De ahí en adelante, pasó de mano en mano.
Y aunque el presidente Porfirio Díaz alteró las estructuras básicas del interior, lo relevante durante su gobierno fue que en 1901, al remozar el patio central, el arqueólogo Leopoldo Batres halló dos esculturas prehispánicas (la representación de un ocelotl-cuauhxicalli y la cabeza de una serpiente de fuego o xiuhcóatl) y las escalinatas de una pirámide. Desde 2005 es sede de la dirección general del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
5. Estatua Ecuestre de Carlos IV “El Caballito”
En diciembre de 1796 fue desvelada una estatua provisional hecha de madera y estuco, recubierta con hojas de oro. Después fue sustituida por una escultura de bronce que mide 4.88 metros de altura, 1.78 de ancho y 5.40 de largo, además, pesa casi 6 toneladas. Es la única en la que el jinete y el caballo están fundidas en una sola pieza. Ha tenido varias ubicaciones: el Zócalo capitalino, el claustro de la Pontificia y Nacional Universidad de México, Paseo de la Reforma y Bucareli; pero en 1979 se trasladó a la Plaza Tolsá.
En septiembre de 2013, los trabajos de restauración le causaron daños irreversibles y a la fecha se le realizan trabajos de conservación.
6. Busto Hernán Cortés
Se trata, probablemente, de la única reproducción en bronce de la figura de Hernán Cortés que se encuentra en nuestra ciudad. Sin embargo, este busto no se mandó a hacer para recordar a Cortés “El Conquistador”, si no al español que fundó el Hospital de la Purísima Concepción y de Jesús de Nazareno, conocido como el Hospital de Jesús, fundado en 1524.
Hernán Cortés ordenó su edificación para atender a los soldados heridos. En 1774, cuando los restos del español fueron colocados la iglesia de Jesús, Manuel Tolsá creó este busto que se encuentra en el interior del Hospital.
7. Ciprés de la Catedral de Puebla
Es una construcción de mármol que forma parte de la estructura del Altar Mayor de la Catedral de Puebla. Tiene un estilo neoclasico y cumple las funciones de tabernáculo, cripta y relicario de la Inmaculada Concepción. No se tiene una fecha exacta en la que inició la construcción, sólo se sabe que fue a finales del siglo XVIII.
8. Altar del Templo de Santo Domingo
Si el exterior del templo es una maravilla, el interior no se queda atrás. El actual altar mayor, inaugurado un mes antes del inicio de la guerra de lndependencia, se le atribuye al arquitecto español Manuel Tolsá. Tiene un estilo neoclásico, está presidido por el Cristo del Noviciado y sustituyó al anterior, hecho de oro.
9. Altar de la Purísima Concepción en la Iglesia de la Profesa
Esta iglesia de tezontle fue parte de las antiguas instalaciones de los padres jesuitas, quienes fueron expulsados en 1767. Su edificio original, terminado a principios del siglo XVII, fue remodelado por Pedro de Arrieta, pero el tallado de la portada principal representa en el centro la aparición de Jesús Nazareno a San Ignacio, y a sus lados las esculturas de Santa Gertrudis y Santa Bárbara. El estilo neoclásico con el que Tolsá redecoró el interior dejó de lado los altares barrocos y los estucos dorados; sin embargo, algunas esculturas se conservaron, como el Señor de la Columna, las de San Joaquín, Santa Ana y San José.
10. Cristos de Bronce, Catedral de Morelia
La diócesis de Michoacán, hoy arquidiócesis de Morelia fue creada en 1536. La sede episcopal estuvo originalmente en Tzintzuntzan, de ahí se trasladó a Pátzcuaro y por último en 1580 a Valladolid, hoy Morelia. Aunque ha sido víctima de numerosos saqueos y destrucción de sus tesoros, aún conserva dos cristos de bronce, que fueron realizados por Manuel Tolsá.
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Con información de Guía del Centro Histórico, Once Tv, Mxcity.com y Time Out México