“Helen y yo llevamos 42 años de casados. Últimamente, cada noche al acostarnos, me encuentro a mí mismo haciéndome la misma pregunta: ¿quién es esta anciana que duerme junto a mí y vive en mi casa?”. Esta frase es de la película ‘Las Confesiones del Sr. Schmidt’ (2002), donde Jack Nicholson, interpreta a un hombre pensionado que tiene que lidiar con el envejecimiento y al mismo tiempo, ya no soporta a su esposa. Todo de ella le molesta. Es hasta que Helen fallece que él comienza a valorar la importancia que su esposa tenía en su vida.

No es necesario, como en la pareja Schmidt, que un matrimonio pase años unido para que este tipo de fenómeno ocurra. Lo vemos en casi todas las parejas tras el comienzo de la  relación. Al inicio se conocen y, probablemente, salen algunas veces hasta que se vuelven novios. Todo es aparentemente “perfecto”, sin embargo, no debemos dejarnos engañar. Existe algo que es conocido como la fase “Luna de miel”. Se le conoce así porque ocurre al inicio, cuando ambos se encuentran en una etapa de enamoramiento. Les es difícil ver al otro de manera objetiva y, normalmente, todavía no tienen la confianza de comportase al 100% como son.

Sin embargo, gradualmente empiezan a notar los defectos de la otra persona. Resulta que cuando ella se mostraba tan interesada en las mismas películas que tú, estaba tratando de ser amable. Lo mismo que tú cuando no te burlaste de sus gustos musicales y hasta bailaste. Es inevitable que este tipo de información tarde o temprano salga a la luz, desde ver a tu pareja desarreglada o conocer sus malos hábitos, hasta que salgan secretos muy íntimos. De pronto, ya no es todo “color rosa” como en la fase de enamoramiento.

No obstante, no es algo de qué asustarse, sucede en todos los casos, pero hay una disminución gradual de interés, que resulta muy sana. Tal vez te la pasabas todo el día en el celular hablando con él o faltabas al trabajo para ir a verla a ella, pero al final esta pérdida de interés ayuda a ser más independiente y funcional. Los dos ya pueden salir sin que necesariamente esté el otro presente, o pueden esperar unas horas para hablarse mientras trabajan. Si estuviéramos siempre con el mismo interés que en la fase de “luna de miel” (lo cual es completamente imposible) viviríamos como “zombies” sin una vida propia.

Esto no significa que si ya no se tiene el mismo interés que en la fase inicial, haya que resignarse y dejar que las cosas sucedan solas. Mantener el deseo en una pareja requiere de un trabajo diario por parte de los dos. Aunque ya no tengan que estar siempre juntos, es necesario que salgan frecuentemente y compartan intereses, aunque no sean los mismos. Este tipo de comunicación ayuda a que la pareja mantenga contacto y el vínculo se fortalezca. Es verdad que no va a ser lo mismo, pero es cuando el enamoramiento se transforma en amor. Ya hay una aceptación de que ninguno es perfecto y que hay ambivalencia, es decir, a veces pueden amarse y otras, incluso, odiarse.

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Al inicio se menciona que esta pérdida de interés es frecuente en las parejas pero, a veces, también sucede que hay un desinterés completo. En el ejemplo de la película de “Las Confesiones del Sr. Schmidt”, a él le irritaba todo lo que hacía su esposa pero cuando ella muere, le queda una enorme sensación de vacío. Existen parejas donde esto ni siquiera ocurre. Es decir, viven completamente aislados uno del otro; aunque aparentemente, compartan una vida juntos, cada uno vive por su lado.

Se trata de parejas que dan la sensación de ser muy independientes pero, en realidad, hay un completo desinterés entre ambos. Los éxitos o fracasos de su pareja no los viven como propios, tampoco existe ninguna comunicación ni lazo amoroso entre ellos. Asimismo, puede suceder de manera unilateral, donde es solamente uno de ellos el que no está interesado por el bienestar del otro.

La manera en que esto puede detectarse es cuando ya no comparten absolutamente nada, no existe un deseo de estar con la pareja e, incluso, preferirían estar con otra persona en lugar de mantener esa relación. Muchos señalan la importancia de que disminuya el contacto físico o la actividad sexual, sin embargo, no hay que confundir el hecho de que, a veces, es común que esto suceda. Se puede tratar de una etapa específica o, simplemente, ya no necesita ser tan frecuente como al inicio. Existen parejas que sí tienen una disminución importante en el ámbito sexual (besos, caricias, relaciones sexuales, etc.), sin embargo, en la mayoría de estos casos, se ha encontrado que antes de presentarse este síntoma, ya existían otros problemas emocionales en la pareja.

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Lo más importante, es tener en mente que la comunicación es fundamental. Es un trabajo diario en que no tienen que hablar por horas a fuerzas, pero saber cómo les fue en su día o conocer sus objetivos y sueños, puede ayudar mucho a evitar un distanciamiento. No es fácil, de ahí que cada vez haya más divorcios por falta de paciencia. Para prevenirlo, algo que siempre puede auxiliar en estos casos es una psicoterapia de pareja o individual.

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