Por: Valeria Schapira, experta en relaciones para Match.com
Si siempre estás apurado, si dejas para último momento lo importante porque te distraes, si las asignaturas pendientes son tu forma de vida, es probable que entres en la categoría de procrastinador crónico. Procrastinar significa diferir, aplazar actividades o situaciones que precisan atención. En general, tendemos a posponer las tareas que nos causan malestar, revisten cierta dificultad o nos despiertan inquietud. El problema es que cuando no atendemos los asuntos relevantes, en algún momento pagamos las consecuencias.
Existen diferentes causas de procrastinación, la mayoría asociadas a características psicológicas y personalidad de cada individuo, como el miedo al fracaso en personas hiperexigentes, necesidad de aprobación en quienes hacen cosas para agradar a los demás, etc.
Es cierto, las distracciones en el mundo actual son cada vez más (las redes sociales, por ejemplo) y eso nos convierte a todos en procrastinadores eventuales.
Si sientes que el tiempo se resbala entre tus dedos, si sueles retrasar tu trabajo, si vives prometiéndote hacer ejercicio, si no haces lo que tienes que hacer por miedo a que salga mal, si lo urgente siempre predomina sobre lo relevante, es hora de un cambio.
1. Analiza qué “procrastinas”: ¿siempre las mismas tareas? ¿Tienen que ver con tu trabajo, por ejemplo? Reflexiona acerca de la causa de ello. Es probable que solo estés trabajando por el dinero y eso no te haga feliz. Proponte una vuelta de tuerca. Cuando hacemos lo que amamos, el tiempo vuela y la prosperidad llega.
2. Redacta listas: anota en ellas todo lo que tienes para hacer, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Coloca horarios y márgenes de tiempo estimados al lado de las tareas para tener un marco referencial. Esto no significa que te vuelvas obsesivo de las pequeñeces o poco flexible pero saber que hay cosas que no puedes dejar de hacer te ayudará a no descompaginar tu día.
3. Toma pequeños descansos: no somos maquinas programadas para producir. Cuando se hace sin pausa el cuerpo y la mente dicen “basta” en algún momento. Toma un respiro, haz una siesta, medita, prepárate un café. No se trata de una pérdida de tiempo sino de una recarga energética para volver a lo que más esfuerzo y concentración demanda.
4. Restringe las distracciones: estamos rodeados de ellas y poder concentrarse exige una enorme voluntad. Fija momentos para dedicar a las redes sociales, por ejemplo. Si trabajas en tu casa, delimita áreas y horarios. Cuando comes, come. Cuando trabajas, trabajas. Si mezclas todo, te encontrarás a la medianoche con mucho sin resolver.
5. Cuidado con el móvil: es cierto que muchos lo utilizamos como una herramienta laboral y eso hace que tenga que estar encendido a toda hora. Silencia los grupos de Whatsapp que usas para entretenimiento cuando estés ocupado, por ejemplo. Has la prueba de cronometrar durante un día los minutos que pasas en estos menesteres y con seguridad te darán ganas de invertirlos en otras actividades.
6. Prémiate por tus logros: cuando sientas que has podido resolver algunas cuestiones que te preocupaban, date una palmada en el hombro y gratifícate. Come algo rico, ve a pasear a algún sitio que te guste, organiza una reunión con amigos… De manera inconsciente comenzarás a asociar las concreciones con recompensas.
Y recuerda hacerte un tiempo para el amor. La pareja de tu vida puede estar a un clic de distancia.