Por: Valeria Schapira, experta en relaciones para Match.com
De pequeños, a muchos nos decían que estar pendientes de nosotros era señal de egoísmo. Lo que tal vez no nos remarcaran era que valorarnos, cuidar nuestro cuerpo y alma -además de imprescindible para una buena calidad de vida- , es necesario para entablar vínculos sanos y nutritivos.
No se trata de narcisismo ni de un exceso de celo por el propio bienestar. Sentirse bien es esencial para compartir con los otros –con una pareja también, claro– desde la plenitud, en lugar de hacerlo desde la falta y la necesidad.
Estas son algunas de las razones por las que estar bien contigo mismo te permite construir relaciones sentimentales desde un buen lugar:
1. Estás con el otro por deseo y no por necesidad: cuando uno arma una relación porque realmente quiere hacerlo (no por miedo a la soledad ni presionado por mandatos familiares o sociales), las chances de que todo salga bien son mucho mayores.
2. No buscas a quien te complete: cuando estás en plenitud, buscas complementariedad, no alguien que venga a llenar tus vacíos. Todos tenemos huecos; aprender a convivir con ellos es señal de sabiduría y madurez.
3. Te aceptas en tus defectos: en lugar de juzgarte, criticarte y sentirte inferior por lo que consideras tus debilidades, abrazas tus imperfecciones y trabajas en mejorar tus aspectos frágiles. Somos seres humanos falibles y podemos evolucionar. El desafío es poner esfuerzo en cambiar lo que no nos gusta de nosotros.
4. No te juzgas: cuando no te juzgas, tampoco juzgas. Estás tan ocupado en mejorar tu vida que no focalizas en la ajena. En una pareja, como en cualquier otra relación, la clave es la aceptación del otro en su diferencia, en su peculiaridad. Las personas que tienen relaciones más lindas y sanas son las que entienden que todos somos distintos y no emiten juicios acerca de los demás.
5. Eres positivo: no se trata de que te pongas alegre con todo, porque eso indicaría falta de reflexión, sino que puedas aceptar con naturalidad que las cosas malas también ocurren. Y, a partir de ellas construyas oportunidad en lugar de drama. Las personas negativas contaminan y deterioran sus relaciones con temores, juicios y dudas.
6. Tienes mucho para ofrecer: te valoras, trabajas para superar tus limitaciones y tu crecimiento interior es una meta constante. Fíjate cuantas buenas razones para compartir la vida contigo: eres un espejo de cómo se puede crecer. Por el contrario, quienes viven criticándose y desmereciéndose no suelen ofrecer el desafío del crecimiento personal.
7. No te dejas afectar por las opiniones ajenas: no se trata de que no escuches a los demás, solo que no atiendes a consejos no pedidos. Interpretas que cada quien vive su vida como desea o puede y, muchas veces, proyecta en los demás sus propios deseos o frustraciones. Escuchas, tomas lo constructivo, pero no se te pega lo que no te pertenece.
8. Eres agradecido: tanto por lo que tienes como por lo que estás intentando conseguir. Tomas la vida como un desafío, valoras cada cosa que tienes y cada oportunidad que se te presenta. Entiendes que todo llega a su tiempo y no apuras a nada ni a nadie, fluyes con el curso de la vida. Las personas agradecidas son entrañables.
9. Tienes tiempo para lo que te gusta: sabes que la vida es valiosa y no desperdicias momentos. Te nutres de personas amorosas y tratas de serlo. Haces cosas bellas y te prodigas a los demás. Nunca te quejas de la falta de tiempo; sabes administrarlo para no sentir que la vida se te va.
Quiérete bien para querer bien. ¿Ya has empezado a tratarte todo lo bien que te mereces?