Por Valeria Schapira, experta en relaciones para

Cuando una persona nos gusta mucho, sobre todo en la fase del enamoramiento, tendemos a idealizarla y a justificar la mayoría de sus conductas, aun cuando no sean agradables. En el deseo de que ese hombre o mujer nos quiera, hacemos concesiones, explicamos lo que no tiene explicación y hasta llegamos a creer que somos especiales para ese alguien que no siente lo mismo que nosotros.

Detectar las conductas que hablan de falta de interés del otro, ser realistas en materia vincular, habla de una sana estima.  Aunque nos duela aquello que vemos, tener una mirada lo más objetiva posible sobre la reciprocidad o no en una relación incipiente, es una manera de preservarnos y poder así buscar nuevos caminos para construir un amor de verdad.

Estas son algunas señales de que ese vínculo naciente puede no funcionar:

Él o ella son desatentos: hay personas que son así por naturaleza, por distracción o simplemente porque se miran demasiado el ombligo. Lo primero que debes de preguntarte es si quieres tener un romance con alguien tan falto de cortesía. Por otro lado, la falta de atención significa falta de interés. Cuando se trata de la primera fase de una relación, en general, el otro está pendiente de complacernos, aunque más no sea para asegurarse la continuidad de esa relación que lo entusiasma.

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Él o ella nunca tiene tiempo: la vida moderna nos lleva a que las horas sean un bien preciado y escaso y por ello hemos de elegir criteriosamente con quién compartir el tiempo libre que nos dejan las obligaciones. Cuando estamos comenzando un romance es tanto el entusiasmo que sentimos que sacamos tiempo de donde no lo hay. Si él o ella nunca están disponibles para ti es probable que tampoco tengan demasiadas ganas de estar contigo.

Es misterioso/a acerca de sus cosas: no habla de su familia, de su trabajo ni de sus amigos y, mucho menos, de sus deseos de formar una pareja. No quiere que conozcas su intimidad. Puede que estés ante alguien sumamente reservado, pero lo más probable es que no esté dispuesto a compartir su vida… al menos no contigo.

Es escurridizo: quien quiere o quien quiere querer, se entrega, comparte y no mezquina su tiempo, su energía ni su afecto. Quien te escapa, escapa al compromiso contigo, aunque quieras adornar la situación con decenas de excusas.

Las mujeres somos especialistas en explicar lo inexplicable. Esquiva a quien te esquiva y júntate con quien desea hacerlo contigo.

No sientes su reciprocidad: más allá de cualquier explicación o teoría científica, el amor se siente en las tripas. Algunos le dicen “mariposas”, otros hablan de estado de embobamiento. Cuando estamos en la fase del enamoramiento, la entrega, las ganas de estar con otro, el dar y el recibir fluyen sin planificarlo.

Cuando la interacción no es natural, cuando se siente forzada, es bueno preguntarse si el deseo de construir ese vínculo es mutuo para ver si quedarse allí o mejor retirarse.

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