Katy Jurado es sinónimo de talento y carácter. Fue una mujer que desde pequeña supo lo que quería ser y ni la oposición de su familia pudo frenarla.
María Cristina Estela Marcela Jurado García, nació el 16 de enero de 1924 en Guadalajara, Jalisco. Estudió la carrera de secretaria bilingüe en la Ciudad de México porque su objetivo era convertirse en abogada, pero con la belleza que poseía, varios productores y directores se interesaron en ella para convertirla en actriz.
Emilio “El Indio” Fernández le ofreció un papel en La Isla de la Pasión (1941), pero sus padres se opusieron rotundamente. Pero ella no se detuvo, firmó contratos a escondidas y hasta se casó con Víctor Velázquez, 13 años mayor que ella y quien impulsó su entrada al cine nacional. Luego dio el salto a Hollywood, donde demostró sus dotes interpretativas a pesar de su escaso nivel de inglés.
Katy Jurado. (Foto: Wikipedia)
Katy Jurado se especializó en interpretar a mujeres perversas y seductoras, pero no sólo tenía presencia física, sino un gran talento, aunque ella misma reconocía: “sabía que mi cuerpo era provocativo, pero también que no era bella, aunque sí, reconozco, mi tipo era distinto y muy sensual”.
Fue esa sensualidad y esa belleza que salía de lo cotidiano, la que conquistó y enamoró perdidamente al actor del momento: Marlon Brando.
El actor quedó prendado de ella tras verla actuar en A la hora señalada (1952). Brando estaba casado con María “Movita” Castaneda y, además, mantenía una relación paralela con Rita Moreno, pero eso no fue impedimento para que se fijara en la mexicana y le propusiera algo más que una simple amistad.
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Rod Stieger, Katy Jurado y Marlon Brando, durante una entrega de premios. (Foto: Especial/El Universal)
Durante una entrevista, Katy Jurado contó: “me llamó una noche para una cita, y yo acepté. Sabía todo acerca de Movita. Sabía que tenía algo con Rita Moreno. Pero era sólo una cita, no me iba a casar con él”.
Sin embargo, ese primer encuentro dio lugar a un romance que duró 10 años y alcanzó su punto álgido cuando ambos compartieron créditos en la película El rostro impenetrable (1960), dirigida por el propio Brando.
Este “affaire” terminó porque el actor sólo se amaba a sí mismo. Según la misma Jurado, “fuimos muy amigos. Yo digo que nosotros fuimos verdaderos amigos del alma. Nosotros hablábamos alma con alma”.
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Con el tiempo, Katy Jurado agregó a su lista de conquistas a personalidades como John Wayne, Tyrone Power y Ernest Borgnine, por citar algunos de los más afamados actores de Hollywood que cayeron rendidos ante el fuego y la profundidad de su mirada.
Con información de El País, El Periódico y Nación
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