Psic. Monserrat López Lugo

“¿Creen que seríamos amigos si no fuéramos hermanos?”, es la pregunta que se plantean tres hermanos, después de varios años de no verse, en la película Viaje a Darjeling del director Wes Anderson. Es interesante plantearse esta pregunta, pues aunque la relación entre hermanos es forzada desde su nacimiento, es verdad que juntos han vivido momentos de diversión, enojo, tristeza, peleas, reconciliaciones, etc. Tal vez algunos más que otros, pero son estos años de constante convivencia los que forman un lazo muy fuerte entre ellos.

Asimismo, es cierto que en los primeros años de vida de un ser humano, los padres son la relación más importante con el mundo exterior, sin embargo, después de ellos son los hermanos. En la actualidad, es muy común ver que niños nacidos de los mismos padres y en el mismo ambiente poseen actitudes y personalidades muy distintas. Según el psicoanalista y antiguo discípulo de Freud, Alfred Adler, la razón que puede influir es el orden de nacimiento y la relación con sus hermanos.

Hermanos mayores

Ante la innovación, el primogénito a menudo recibe la atención instantánea y exclusiva de sus padres. Tiene una existencia segura y feliz hasta que aparece el segundo hijo. Es entonces cuando tiene que compartir la atención con alguien más, a quien considera un rival. Este destierro de su posición privilegiada como “hijo único” le lleva a enojarse y comportarse mal con su hermano menor, lo que los lleva, a ambos, a recibir castigos y regaños por parte de los padres. Es así como el hermano mayor llega a odiar su hermano menor, interpretando que él es la causa de todos sus problemas. Debido a que esto es un duro golpe para ellos, toda su vida es una lucha constante por recuperar su antigua posición. Los papás son mucho más estrictos con los hijos mayores. Por eso los hermanos mayores tienen una mayor formación de conciencia que los hermanos subsecuentes y encontraremos en ellos rasgos que los caracterizarán como “guardianes del orden”.

El filósofo Immanuel Kant y el padre del psicoanálisis Sigmund Freud mencionaban que los hijos mayores y los hijos únicos, tienen un duro instinto de sobrevivencia. Además, según diversos psicólogos, la mayoría de los hermanos mayores son líderes, ya que desde pequeños toman el mando de sus hermanos menores; tienen una ventaja en fuerza y conocimientos por encima de los otros. Asumen la responsabilidad como tutor o guía de los siguientes hermanos. El peligro es que pueden tornarse en adultos muy pronto.

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Hermanos medianos

Son los conocidos como “sándwich”. Estos hijos fueron siempre comparados con el primogénito y el menor, por lo que tienden a ser muy competitivos, intentando sobrepasar a sus hermanos. Ya que el hermano mayor será siempre innovador para los padres y el menor requerirá de mayor auxilio, es el mediano el que menos atención recibe. Al no ser tan observados por lo padres, necesitan ser más intuitivos y creativos para llamar su atención. Crecen literalmente en el centro de todo y tienden a tener una visión de ambos lados.

Diferentes estudios señalan que los hermanos medianos normalmente tienen más relaciones con iguales que jerárquicas. Tratan de encontrar cosas en común con sus demás hermanos pero les es difícil encontrarlas, ya que carecen de un papel característico entre ellos, es decir, no son “el más chiquito” ni “el grande”.

Una ventaja para el segundo hijo es que nunca experimentó la posición poderosa que alguna vez ocupó su hermano mayor, de ahí que si llega otro niño a la familia, no sufrirá la misma sensación de destronamiento que sintió el primogénito.

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Hermanos menores

Los menores son considerados como “el bebé de la familia” que disfrutan del consentimiento de todos. El hijo menor es impulsado por la necesidad de alcanzar a sus hermanos mayores. Se desarrolla a una velocidad sorprendente, al convivir con gente mayor pero en caso de ser muy mimado, no aprende a hacer nada por sí mismo, y se desarrolla indefenso y dependiente. Pueden sentir una importante inferioridad, ya que todos son mayores que él y, por tanto, aparentemente superiores. Los hijos menores reciben mucha atención, pero muy poco respeto por parte de los demás. A muchos hermanos mayores les desesperará que el menor se conduzca habitualmente limitado. Es así que los menores se vuelven poco exigentes consigo mismos, debido a que son de los que menos esperan todos.

En cierto modo, el hijo menor puede ser educado de distinta manera y los padres son más flexibles en su educación, ya que son más expertos en la materia, mientras que con el primogénito la crianza es más conservadora. Estudios señalan que los hijos menores tienden más hacia trabajos creativos y artísticos como la música o literatura.

Todo esto es un panorama general pero no una regla obligatoria. Algo muy necesario es analizar cuáles son las alianzas que existen no sólo entre hermanos, sino con los padres. Muchas veces los roles de familia están basados en lo que los padres exigen de sus hijos según el lugar que ocupan; de manera que, según el orden en que van naciendo los hijos, ellos les van asignando distintos papeles. Aunque en realidad todos los hijos podrían ser estudiosos,  simpáticos, etc., hay tendencia a repartir roles de forma excluyente. Si un hermano destaca en algo, en ocasiones lleva a los restantes a excluir esa característica. Lo importante será permitir que cada uno de ellos desarrolle sus propias habilidades, sin importar todo lo demás.

Es importante favorecer también la comunicación y buena convivencia entre hermanos, en lugar de ponerlos a competir entre ellos. Ya son muchas  tragedias las que han sucedido en novelas como el Rey Lear de Shakespeare y en la vida real, por la ambición de querer superar a un hermano o hermana. Aunque la amistad no sea obligatoria entre hermanos, la camaradería sí es habitual.

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Psic. Monserrat López Lugo

Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM)

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