Dice el refrán que un tropezón cualquiera da en la vida. Pero hay “tropezones” como la infidelidad, que provocan graves daños a terceros. Así como hay quienes son incapaces de engañar a su pareja, existen los infieles crónicos y también los que, alguna vez – por debilidad, porque la relación no estaba firme o por alguna otra razón – engañaron a la persona querida y luego se arrepintieron.
En tiempos de hiperconexión, encontrar rastros de deslealtad en alguna red social, mail o teléfono móvil suele ser bastante frecuente. La infidelidad virtual suele ser tan dolorosa como la efectivamente concretada ya que, en definitiva, implica la misma traición a la confianza.
Según un estudio de la Universidad de Málaga, en España, las mujeres suelen tener una respuesta emocional más intensa ante la infidelidad emocional y una sensación de peligro en la continuidad de la relación. En los hombres, el foco suele estar puesto en la amenaza a su autoestima ante la infidelidad sexual.
La gran pregunta es: ¿contar o no contar que se fue infiel?
Estos son algunos de los escenarios posibles:
La culpa te abruma
Fuiste infiel y te sientes muy mal por ello. Si crees que “confesando” lo que hiciste vas a aliviarte temporalmente, hazlo, pero vas a hacer sentir muy mal al otro. No deja de ser un acto de egoísmo en el que, una vez más, te estás priorizando.
Fue un desliz
Quien nunca engañó e incurre en una traición única, seguramente se sienta fatal. Si es tu caso, plantea qué te llevó a actuar así, qué está pasando dentro tuyo. Toma lo ocurrido como una chance de reflexionar acerca de cómo está hoy tu vida personal y sentimental. Contar lo que hiciste puede ser un “sincericidio”.
Te descubrieron
Sé adulto y enfréntate a las consecuencias de tus actos. No niegues lo que es imposible negar. Es posible que tu pareja pase luego por un período difícil, llegando inclusive a la separación. O no. En cualquier caso, no tomes por tonto al otro que ya bastante tiene con el dolor de la traición. Recuerda que descubrir los coqueteos virtuales de quien amamos con un tercero suele tener el mismo impacto emocional que descubrir el hecho físico y tangible.
Estás enamorándote de tu amante
Lo que comenzó como una aventura se te ha ido de las manos. Puede que sientas que no deseas más a tu compañero o compañera. En este caso, debes abrir el diálogo y contarle lo que te está ocurriendo, con mucha amorosidad y en el momento oportuno. Para bailar el tango hacen falta dos, por lo que cada quien tiene su cuota de responsabilidad en el deterioro de la pareja. Puede que tu confesión lleve a la ruptura, a una crisis y hasta a una posterior reconexión. Cualquiera sea el caso, si ven que no pueden lidiar con la situación, no duden en recurrir a un terapeuta.
Tuviste sexo sin protección
Si alguno de los dos protagonistas de la aventura no se cuidó, debes contarle lo ocurrido a tu pareja, aunque te avergüence y sea doloroso. No hay derecho a exponer a nadie a una enfermedad de transmisión sexual.