Por: Psic. Luis Gerardo Montes

Como en otros años, el pasado 14 de febrero fue un día que mucha gente le dedicó a su pareja, desde una cena romántica hasta, simplemente, pasar todo el día juntos. Fue, como en otras ocasiones, un día enfocado a las relaciones de pareja y parece que hasta se llega a olvidar que es un día en el que no sólo se celebra el amor, también se celebra la amistad. Se celebra la amistad porque un buen amigo– y esto no como un consuelo para las personas que no tienen pareja en este día o que prefieren estar solteras- puede ser tan importante como una relación romántica plena y satisfactoria. Después de todo, la amistad es una de las relaciones más comunes que la mayoría de las personas tendrán en su vida.

Ahora, ¿qué es lo que entendemos por amistad? En principio, es una pregunta con una respuesta fácil: es una relación entre dos o más personas, normalmente fomentada por intereses o inquietudes compartidas. Es una definición con la que cualquiera que haya tenido un amigo puede identificarse. Podemos agregar más características: una relación de amistad es también una relación de confianza, de beneficio mutuo, de diversión, etc.

Asimismo, la amistad puede darse en cualquier lugar y momento de la vida, a veces ocurre en unos instantes y en otras ocasiones puede tomar años que una relación de amistad nazca. Tomando en cuenta esto, se puede decir que una relación de amistad sana es aquella en la que dos o más personas se benefician afectivamente. Esto no excluye a las relaciones románticas como se puede ver con las parejas que comenzaron siendo amigos.

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De la misma forma que las relaciones de pareja, la amistad es algo que tiene que promoverse y que requiere esfuerzo lo cual puede lograrse tratando de pasar más tiempo con los amigos, estando presente en los momentos difíciles y también buscando nuevos intereses fuera de los que ya se tienen en común. Esto no siempre es fácil, en especial cuando se imponen nuevas situaciones en la vida a manera de cambios o retos personales y profesionales. Una mudanza, por ejemplo, o el formar una familia pueden poner distancia entre los amigos y uno. A pesar de eso, siempre es posible mantenerse en contacto o dedicar tiempo, aunque sea poco, a frecuentar a los amigos. Esto es todavía más fácil con el uso de las redes sociales y los programas de llamadas por internet.

Es cierto que la mayoría de la gente tiene o ha tenido al menos una relación de amistad, pero la forma y la calidad de éstas dependen de cada persona. Algunas personas no tienen dificultad alguna para tener amigos, mientras que a otras les es más complicado. Esto puede ser por el estilo de vida de algunas personas – tener horarios de trabajo muy absorbentes, por ejemplo – pero, normalmente, se deben a conflictos de la persona en cuestión como timidez, inseguridad, falta de interés en los demás, entre otros. Son conflictos que afectan y por eso mismo perjudican su capacidad para relacionarse con los demás. Una individuo inseguro, por ejemplo, suele sentir que no tiene nada bueno que ofrecerle y entonces tratará de relacionarse – o alejarse – siempre desde esa perspectiva.

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Pero, ¿quién querría relacionarse con alguien que no tiene nada que ofrecer? El consejo aquí es muy sencillo pero difícil a la vez: animarse a hablar con personas nuevas; en la mayoría de las ocasiones, no va a pasar nada. Esto es más fácil cuando ya se tiene un interés o una actividad en común con otras personas porque es un tema de conversación fácil y seguro. Nunca está de más buscar alguna nueva actividad en la que se involucren otras personas.

Es muy importante pensar en la amistad como un asunto de calidad y no de cantidad. Hay, por ejemplo, personas que tienen mucho de qué hablar con otras personas, se relacionan con ellas y tienen muchos conocidos pero no tienen una sola relación profunda de amistad. De la misma forma puede haber alguien que no se siente cómodo relacionándose con los demás pero que tenga uno o dos amigos cercanos.

Finalmente, hay que hablar de las amistades patológicas. Al igual que cualquier relación, una relación entre amigos no siempre está exenta de conflictos. Hay relaciones, sin embargo, para las que el conflicto es su razón de ser: relaciones en torno a adicciones, a conductas violentas, egoístas, manipulativas, entre otras. Muchas veces no son tan evidentes pero no por eso dejan de ser dañinas.

Una persona, por ejemplo, que sólo frecuenta amigos cuando tiene un problema o cuando necesita algo, en realidad, puede estar manipulando a las demás personas para que giren a su alrededor. La mejor manera de darse cuenta de este tipo de amistades es pensar en qué es lo que se le está dando al amigo y qué se obtiene de él o ella y, si hay un fuerte desequilibrio entre lo que se da y se recibe, muchas veces conviene terminar esa relación. Si a pesar de eso es imposible terminar o alejarse de una relación de amistad destructiva vale le pena considerar una terapia psicoanalítica. Esto también es altamente recomendable para las dificultades que puedan existir a la hora de hacer amigos.

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Por: Psic. Luis Gerardo Montes

Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).

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