Por: Psic. Pablo Guerrero Ibargüengoytia

Los finales siempre son difíciles. A lo largo de la vida vivimos muchos finales que nos afectan de diferente manera. Poner fin a un matrimonio no es la excepción; el divorcio es ponerle fin a una vida compartida, a una pareja, a un matrimonio, incluso, en algunos casos, a una familia.

Es una situación que, al igual que todo final en la vida, nos afecta con emociones de dolor, duelo, enojo y muchas veces agresión. Por lo anterior, es muy importante aprender a llevar estas situaciones de tal manera que no nos afecte tanto a nosotros y a los que nos rodean, como los hijos.

La forma en la que la pareja maneja su divorcio es fundamental en las consecuencias que esta situación traerá. Si hay un mal manejo de la pareja, entonces se pueden esperar diversas reacciones negativas en los hijos. Es común que una pareja en proceso de divorcio pelee por la custodia de los niños y que, por estas razones, busque manipular situaciones en las cuales los más afectados terminan siendo los hijos. Con el fin de esta manipulación, los padres buscan poner en su contra al otro y para lograrlo recurren a la creación de imágenes negativas a través de comentarios devaluatorios del otro. Esta situación, provoca que la fantasía de los hijos viaje a lugares en donde los padres terminan devaluados y, muchas veces, se formen una representación errónea en la mente.

Para evitar afectar a los hijos, es de suma importancia que el divorcio se lleve a cabo de manera pacífica y civilizada. El hecho de que dos personas ya no se entiendan como pareja no implica que se tengan que agredir el uno al otro. Es lamentable que esto ocurra frecuentemente y los hijos sean los mediadores de los conflictos de pareja de los padres.

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Asimismo, en su fantasía, muchos hijos creen que ellos son la causa del divorcio de sus padres. Este factor produce mucha culpa en los afectos y emociones del niño, por lo cual,  es imprescindible que como padres que están asumiendo el divorcio le aclaren a sus hijos, aunque sea de manera muy general, las razones por las cuales se separan. Hacer esto tranquiliza bastante la culpa del niño. De lo contrario, el niño puede crecer con la culpa que le causa creer que él provocó el divorcio de sus padres. Es esencial tomar en cuenta este punto, ya que en la fantasía del niño, él ha imaginado que es capaz de causar la separación de sus padres y que la realidad se lo confirme provocaría efectos muy negativos en su desarrollo afectivo.

Cuando una pareja con hijos ha decidido ponerle fin a su matrimonio tiene una ardua tarea, pues a pesar de la ruptura, es muy importante que se siga manteniendo una relación de confianza entre los padres y  los hijos. Recuerda que como padre nunca dejas de educar y que, muchas veces, los hijos aprender por imitación.

Para sobrellevar estos casos es crucial platicar con los hijos sobre lo que  está ocurriendo. Esconderles la situación del divorcio solamente provoca rencor y enojos que, posteriormente, pueden dificultar mucho la relación con ellos. Lo indispensable es que ambos padres se sienten a hablar con los niños con el fin de aclararles que la decisión de separarse no es culpa suya; que simplemente ya no se entienden como pareja y por eso van a terminar la relación. Asimismo, es importante también preguntarles a los hijos con quién quieren vivir y asegurarse de cubrir todas las necesidades. Además, recuerda que tus hijos no son un medio para aclarar situaciones con tu pareja y que es mejor hacerlo directamente con ella.

En muchas ocasiones estas situaciones pueden provocar el surgimiento de emociones de rencor con la pareja. Así que no desquites tu enojo con la pareja a través de tus hijos. Ellos no son responsables de la separación de los padres y erróneamente muchas veces son tratados como si lo fueran. Finalmente, no hay mejor remedio que llevar un divorcio pacíficamente en el cual todo sea hablado y entendido por todas las partes afectadas.

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Por: Psic. Pablo Guerrero Ibargüengoytia

Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM)

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