Por: Valeria Schapira, experta en relaciones para

Vienen de una relación larga y no se atreven a probar una nueva convivencia. Acuerdan convivir bajo el mismo techo manteniendo sus espacios propios, entre ellos, la cama. Prefieren estar en su casa y verse cuando llama el deseo...

Tantas opciones como parejas. Tantos formatos de convivencia –o no- como necesidades individuales conjugadas en un vínculo sentimental.

¿Cada uno en su casa?

Woody Allen y Mia Farrow hicieron historia en esto de ser pareja en casas separadas. Fueron pioneros de la corriente que hoy se conoce como LAT (Living Apart Together = Viviendo Aparte Juntos). Son las parejas que tienen un compromiso formal -que generalmente incluye el de ser fieles- y deciden vivir en distintos sitios.

Los que cultivan esta corriente parecen encontrar en ella el equilibrio necesario entre cuestiones domésticas, eróticas y darse los espacios que necesitan, en el momento que los necesitan. No necesariamente se ven poco; a veces tienen más contacto – físico inclusive – que quienes siguen la estructura convencional de vivir bajo el mismo techo. Eso sí, aseguran que el tiempo que pasan juntos suele ser más cualitativo.

Las relaciones LAT son comunes en Europa entre personas jóvenes, sobre todo aquellas con educación universitaria. También, entre quienes han convivido previamente o han estado casadas. Este tipo de vínculo es cada vez más popular entre los adultos mayores en Estados Unidos. Un estudio reciente de la Universidad de Missouri – Columbia reveló que las principales motivaciones al escoger este estilo de vida tienen que ver con mantener la independencia, el propio hogar, las fronteras familiares y la independencia financiera.

En América Latina, son cada vez más los que se animan a probar la experiencia; sin embargo la tendencia aún no parece ser mayoritaria. Entre otras razones, por el alto nivel económico que implica mantener dos viviendas con sus respectivos gastos.

¿Cada uno en su casa? ¿Cada uno en su cama?
¿Cada uno en su casa? ¿Cada uno en su cama?

¿Cada uno en su cama?

Lo que hace algunos años se asociaba a indiferencia sexual, hoy es una opción que una creciente cantidad de parejas elige por razones tan dispares como tener un buen descanso, horarios de trabajo poco compatibles o no soportar los movimientos del otro a la hora del sueño. Hay quienes gustan de dormir abrazados y otros, de roncar separados.

Antes de la era Victoriana no era extraño que los matrimonios durmieran en habitaciones separadas. En la antigua Roma ocurría algo similar. Expertos de la Universidad de Surrey descubrieron que más de la mitad de quienes duermen en la misma cama que su pareja sufren algún trastorno del sueño.

Muchos hombres y mujeres que han decidido dormir en camas o habitaciones individuales han descubierto que su vida sexual es más creativa y apasionada. No siempre es una opción viable, entre otras razones porque las viviendas son cada vez más pequeñas, sobre todo en las grandes ciudades.

Una investigación de la Universidad de Leeds, ratificó que casi un tercio de los británicos duerme mal por compartir cama con su pareja. La misma investigación determinó que no dormir bien es una de las principales razones del incremento en las arrugas y la falta de elasticidad de la piel.

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