Entre tantas imágenes devastadoras del sismo del pasado 19 de septiembre, resalta la de la familia Ortiz Mendoza, ya que ellos dieron la bienvenida a su primogénito en plena calle, y en pleno movimiento telúrico.
Jessica Mendoza se encontraba en la sala de parto del Sanatorio Durango, en la colonia Roma. Ya tenía 6 centímetros de dilatación, cuando sintió que el suelo comenzaba a moverse. Ella señala que su instinto de madre la cegó por completo, que pese a todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, ella siguió con su labor de parto.
Solamente recuerda que a su lado estaban su médico, las enfermeras, su marido, su madre y una doula (una mujer que acompaña a la futura madre durante el alumbramiento). Entre todos y en medio de las oscilaciones de la Tierra, sacaron a Jessica de la clínica y comenzaron a buscar un lugar seguro para que diera a luz.
Amado Ortiz, padre del pequeño Adolfo Iñaki, indicó que ese punto resultó ser la banqueta ubicada en la esquina de Durango y Sonora. Ahí, unos policías construyeron una especie de casa de campaña con unas sábanas y mantas.
Ahí, sin anestesia ni intervención quirúrgica, unicamente usando gasas, guantes de látex y un aparato para medir la frecuencia cardiaca del bebé, media hora después Jessica dio a luz. Luego, tanto la madre como el recién nacido fueron trasladados a una sala que fue habilitada especialmente para dar atención a los pacientes que habían tenido que abandonar el centro hospitaliario.
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Ahora, Jessica considera que lo que le sucedió fue un milagro, pero no deja de agradecer a todo el equipo que la apoyó para lograr que su hijo viniera al mundo, en medio del caos.
Amado Ortiz señala que “si Adolfo Iñaki ha sobrevivido a este terremoto justo cuando estaba naciendo, va a superar todo en la vida”.
Con información de El País y New York Post
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